¡Vuelve y juega con la basura!

Como ha pasado con la ciudad en varias ocasiones, hoy por hoy las bolsas de basura se disputan con los grafitis artísticos y el chocolate santafereño el título de lo "más típico de Bogotá".

La capital es una ciudad en la cual se generan cada día más de 7 mil toneladas de residuos sólidos; esto puede parecer demasiado, pero tan solo es una pequeña muestra de los residuos que se generarán en la medida en que la ciudad crezca (ahora somos poco más de 8 millones de habitantes, según proyecciones del DANE) o el desarrollo económico del país siga incrementando nuestra capacidad adquisitiva (está comprobado que con mayores ingresos per cápita, la generación de residuos puede llegar a 1,5 kg/hab/día o, incluso, más).

A finales de 2012, se sufrió un pequeño colapso a nivel logístico cuando se decidió crear una empresa pública para desarrollar el servicio de aseo y recolección de residuos sólidos en la capital; esta fue una decisión que, retirando los tintes políticos, se desarrolló de forma apresurada e incluso improvisada (solo es cuestión de recordar los camiones recolectores de segunda mano y los equipos comprados con urgencia debido a los problemas operativos a los que se enfrentó la nueva empresa).

Casi ocho años después, Bogotá se encuentra inmersa en una condición especial nuevamente: por cuenta de un proceso licitatorio que no es autoimpuesto, sino que fue exigido por la Superintendencia de Servicios Públicos, algunos de los empleados de la empresa distrital creada en el 2012 se sienten vulnerados porque la compañía para la que trabajan no pudo participar en el proceso licitatorio y, por lo tanto, perderán su empleo el 11 de febrero próximo; el problema es que para expresar esa vulneración algunos han decidido cesar actividades e incluso sabotear a aquellos que sí desean trabajar.

La alternativa para resolver esta situación de raíz, y no solo en Bogotá sino en las otras ciudades del mundo, es la Economía Circular, que promueve la generación de bienes que no producen residuos; la mala noticia es que esta se tomará el mundo, pero en 15 años. Entonces, ¿qué hacer mientras tanto? La solución es compleja y requiere trabajo de muchos actores: los ciudadanos, como generadores; el Distrito, como gerente; las empresas privadas haciendo inversiones en aprovechamiento de recursos y no en disposición; el Gobierno promoviendo una normatividad que apoye a la Economía Circular, e incluso, y no menos importante, planes dignos de incorporación a la actividad productiva de las más de 18 mil recuperadores de oficio que recorren las calles de la ciudad.

Ahora, mientras pasa el aguacero, guardemos nuestra bolsa con residuos en nuestra casa el mayor tiempo que podamos y crucemos los dedos para que al terminar febrero todo vuelva a la normalidad, por al menos otros ocho años.