La vida es un suspiro… ¡Hay que trascender!
Entre tanto ‘corre corre’, comprendo que es normal cansarse, pensar en desistir o simplemente no esforzarse por hacer las cosas de una mejor manera. Pero en medio de una de estas crisis cotidianas que tuve hace un tiempo, me di cuenta de que es necesario tomar un respiro y pensar: “Si en este momento se cerrara el telón, ¿sentiría tranquilidad? ¿Estaré dando lo mejor de mí tanto a nivel académico como personal? ¿Cómo me recordarían los demás?”.
Son preguntas que no tienen mucha relevancia en nuestro día a día, pero realmente son esenciales para adquirir una perspectiva diferente de nuestras acciones.
Las relaciones interpersonales parten del respeto y esto se debe a que cada individuo posee diferentes sistemas vivenciales y culturales que conforman su identidad.
Por lo tanto, es necesario ver a los demás como sujetos con iguales derechos y oportunidades, y mitigar cualquier efecto negativo en la vida de los demás. Cada acción cuenta.
Verdaderamente la vida es un suspiro y lo único que nos quedará es la sonrisa, las palabras de aliento, el dulce recuerdo. Debemos entender que somos una partícula entre tanta inmensidad y con tan solo un gesto, una disculpa o una palabra podemos mejorar o tratar de hacer un poco más fácil la realidad de otras personas.
“Somos una partícula entre tanta inmensidad y con tan solo un gesto, una disculpa o una palabra podemos mejorar o tratar de hacer un poco más fácil la realidad de otras personas”.
Soy consciente de que es normal que nos desestabilicemos de vez en cuando. Todos cometemos errores y somos la suma de un largo proceso histórico y cultural. Sin embargo, mientras exista fuego en nuestra alma, vida en nuestros sueños y un respiro para el cuerpo, habrá una oportunidad para aprender, motivar, hacer las cosas con pasión y amor y contagiar a los demás de buena vibra.
