Entre el 8 y el 11 de mayo se celebró el BIME (Bilbao International Music Experience), un evento que se realiza por tercera vez en Bogotá y por segunda vez en la Universidad EAN. Este se divide en BIME Pro y BIME Live. En el BIME Pro se llevaron a cabo conversatorios, talleres, workshops y espacios para abrir conversaciones en torno al mundo de la música. Adicionalmente, había dinámicas como speedmeetings y espacios de networking para conectar con personas del sector. Por otra parte, el BIME Live consistió en presentaciones en distintos espacios fuera de la universidad, donde varios artistas se mostraron ante potenciales compradores.
En esta nota nos centraremos en el BIME Pro. Este artículo explorará los diferentes modelos de negocio en el ecosistema de la industria musical y de los medios de comunicación. Con esta revisión, se busca descifrar el valor que la música tiene hoy en día.
Comencemos: ¿Qué es un modelo de negocio?
Un modelo de negocio es un plan que resume cómo una organización crea, entrega y captura valor (Osterwalder & Pigneur, 2010). Incluye elementos como la propuesta de valor, los segmentos de clientes, las relaciones con los usuarios, los canales de distribución, las fuentes de ingresos, recursos, actividades y asociaciones clave junto con la estructura de costos.
Los modelos de negocio de la música varían significativamente en un espectro que abarca desde las grandes disqueras como Sony o Universal hasta los artistas independientes. Las primeras han dominado la industria musical durante décadas, controlando la producción, distribución y promoción de la música. Estas tienen un modelo establecido que se basa en la firma de contratos con artistas, la inversión en la producción de álbumes y la promoción a gran escala a través de diversos canales de distribución y marketing.
En contraste, los artistas independientes han emergido como una fuerza significativa en la industria musical, controlando su música, creatividad y carrera para desafiar el dominio de las grandes disqueras. Además, con la evolución de la tecnología y la aparición de plataformas de distribución digital, los artistas independientes pueden llegar directamente a su audiencia sin depender de intermediarios.
En este contexto, el modelo de negocio de los artistas independientes se caracteriza por la autogestión, la independencia creativa y la diversificación de fuentes de ingresos. Utilizan plataformas digitales como las redes sociales para promocionar su música, establecer conexiones directas con sus fans y generar ingresos a través de la venta de música, merchandising, conciertos y colaboraciones.
Al contrario de las grandes disqueras que operan con un modelo más tradicional, centrado en la producción masiva, la distribución a gran escala y la promoción a través de canales establecidos. Sin embargo, la industria musical se extiende más allá de los sellos y los artistas. En la cadena productiva también se encuentran las agencias de booking o bookers, las de prensa y relaciones públicas, las de publicidad y mercadeo y los medios de comunicación.
Las agencias de booking se encargan de organizar giras y conciertos para los artistas. Su modelo de negocio se basa en comisiones por los ingresos generados por las actuaciones en vivo (Passman, 2019). De acuerdo con Holt & Lapenta (2010) Las agencias de prensa y relaciones públicas (PR) ayudan a los artistas a construir y gestionar su imagen. Su modelo de negocio se basa en honorarios por servicios, como la organización de entrevistas, la gestión de crisis y la creación de contenido promocional. No obstante, debido a la creciente importancia de las redes sociales, estas agencias han tenido que adaptar sus estrategias para aprovechar las oportunidades de engagement en línea.
Las agencias de publicidad y marketing crean campañas para promover productos, servicios y artistas. Su modelo de negocio se basa en comisiones por la compra de espacios publicitarios y honorarios por servicios creativos (Hackley, 2010). Con la fragmentación de los medios y el aumento del marketing de contenidos, estas agencias han tenido que diversificar sus ofertas y desarrollar habilidades en áreas como el marketing digital y el análisis de datos.
En definitiva, se puede decir que el modelo de negocio de las agencias y de los medios perdió su frontera. Los medios sirven como una agencia de publicidad y las agencias como un medio de comunicación. Gracias a la llegada de la era digital, el panorama de los medios de comunicación ha cambiado drásticamente. Hoy en día, cualquier persona puede acceder a una plataforma digital, ya sea a través de una página en Facebook o una cuenta en Instagram...
Esto ha generado que las agencias y profesionales del sector creen sus propios medios no solamente para promocionar a los artistas con los que trabajan, sino también para destacar a otros artistas conectados a diferentes medios. En este contexto, la visibilidad se ha convertido en una moneda de intercambio de favores, donde el valor del arte se mide más por el capital social y monetario de quienes manejan la marca que por la calidad del producto.
Los medios de comunicación se han desplazado hacia un modelo similar al de las agencias de publicidad, donde los contenidos se producen en función de lobbies y alianzas comerciales, dejando de lado la línea editorial independiente. Esta tendencia ha erosionado el carácter editorial de los medios culturales, sometiéndolos a las imposiciones de las alianzas comerciales que dictan qué debe ser descubierto y qué comunidades deben ser creadas desde los grandes medios.
Si el modelo de negocio de la música necesita un cambio, este debería empezar por los medios de comunicación. La pérdida del carácter artístico de las obras es consecuencia directa de la pérdida del carácter editorial en los medios. Recuperar este carácter editorial es esencial y requiere un cambio en el modelo de negocio de la publicidad, evitando compromisos comerciales que puedan interferir en la línea editorial.
La reivindicación de la editorial debe basarse en un modelo de negocio que permita descubrir buena música, y no solo música bien promocionada. Esto debe estar guiado por consideraciones éticas bien formuladas y hacer uso de la tecnología disponible. Así, la industria musical puede volver a centrarse en la música en sí misma y no en el mercadeo.
En resumen, la era digital ha democratizado el acceso a los medios de comunicación, pero también ha traído consigo desafíos significativos. La clave para superar estos desafíos radica en recuperar el carácter editorial independiente y en desarrollar modelos de negocio que prioricen la calidad artística sobre las alianzas comerciales. Solo así, el negocio de la música podrá regresar a sus raíces y centrarse en lo que realmente importa: la música.
*Nicolás Pava es estudiante de la Maestría de Gestión Cultural y periodista de Catarsis.
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