El modelo de negocio de la música perpetúa desigualdades entre los artistas de grandes disqueras y artistas independientes. A su vez, la lógica de funcionamiento de las plataformas amplía las brechas en la industria musical. Por consecuente, este modelo ha disminuido los ingresos por la venta de música y privilegiado los conciertos, la mercadería y otras fuentes de ingreso. De este modo, la música se convirtió en un bien de acceso gratuito y esto ha tenido grandes repercusiones en el mercado musical.
Ahora bien, la percepción de la música como un bien de libre acceso fue reforzada por el modelo freemium, acuñado por el capitalista de riesgo Fred Wilson en 2006: "Ofrezca su servicio de forma gratuita, posiblemente apoyado por publicidad, pero tal vez no, adquiera a muchos clientes gracias al boca a boca, a través de recomendaciones y referidos, marketing de buscadores, etc., y luego ofrezca servicios pagados de valor añadido o una versión potenciada de su servicio a su base de clientes."
Este modelo de streaming, popularizado por plataformas como Spotify, ofrece servicios básicos, gratuitos y premium a cambio de una tarifa. Sin embargo, no proporciona una compensación justa a los artistas y productores musicales. Las plataformas y las disqueras han abusado de su poder frente a los artistas, al aprovecharse de la piratería y de la era digital.
Hay muchas razones por las que esto ocurre, una de estas es que el sector de artistas no está integrado, a diferencia de las grandes compañías de tecnología y las disqueras que sí lo están. Estas últimas están entrelazadas por una larga historia de relaciones públicas, clientelismo y lobby; es su razón de ser. Sobre esta estructura, la industria musical ha estado condenada a un crecimiento desigual, un trato diferenciado y unas brechas que siguen ampliándose.
Dicho esto, el BIME llega por tercera vez a Bogotá desde Bilbao, España y por segunda vez a la Universidad EAN para plantear los retos y las oportunidades de la industria en este momento. Asistir a este espacio impulsa preguntas enmarcadas en los pilares de la universidad, donde se desarrolla el componente académico del BIME: innovación, sostenibilidad y emprendimiento.
La gestión cultural, como campo de conocimiento es responsable de generar una industria más sostenible a través de la innovación en los modelos de negocio de la música.
Las preguntas clave que surgen son:
¿Cuál podría ser ese modelo de negocio innovador que contrarreste la pérdida del valor percibido en la música y la subsecuente precarización de la música independiente?
¿Cómo podemos abordar los desafíos actuales, como los algoritmos, la payola y la construcción de monopolios desde la acción colectiva?
¿Qué papel puede jugar el modelo freemium en la revitalización de la industria musical?
¿Cómo podemos brindar a las audiencias una experiencia de consumo de música más auténtica y enriquecedora?
*Nicolás Pava es estudiante de la Maestría de Gestión Cultural y periodista.
