Aceite goutmet de Sacha Inchi: emprendimiento sostenible que impulsa la agroindustria desde Montes de María

La Universidad Ean acompaña este tipo de procesos que construyen país desde la base, generando desarrollo con sentido y propósito. En el corazón de los Montes de María, al sur de Bolívar, crece una planta amazónica con historia milenaria y un presente cargado de oportunidades.

Se trata de la Sacha Inchi, también conocida como Maní del Inca o Nuez Inca, cuyas semillas están revolucionando el mercado de los alimentos saludables y la cosmética natural por su alto valor nutricional, sus beneficios para la salud y su aporte a modelos de negocio sostenibles.
De esta semilla se extrae un aceite gourmet rico en Omega 3, 6 y 9, antioxidantes y proteínas vegetales, ideal para consumidores conscientes que buscan productos naturales, funcionales y con impacto positivo en el territorio.

Un modelo de agroindustria inclusiva

El proyecto es liderado por Carlos Andrés Palacio Lopera, emprendedor con más de 23 años de trayectoria en agroindustria inclusiva a partir de especies nativas de la biodiversidad colombiana. Aunque su formación profesional es en Ingeniería Física, su apuesta de vida ha sido el trabajo con comunidades campesinas, con quienes ha construido un modelo productivo basado en la innovación, la soberanía alimentaria y la regeneración ambiental.
Palacio dirige actualmente la Iniciativa Clúster SumaSach’a, que agrupa a más de 800 productores y 44 empresas del Caribe colombiano. Desde esta red, se cultiva, transforma y comercializa la Sacha Inchi bajo principios de producción orgánica y respeto por los saberes locales.
“Aquí sembramos con respeto, con saber campesino y con ciencia. Nuestro aceite ha sido reconocido tres veces en Francia como el mejor aceite gourmet”, destaca Carlos Andrés al recorrer uno de los cultivos en Carmen de Bolívar.

La Ean acompaña procesos que florecen desde el territorio

El fortalecimiento del modelo ha contado con el apoyo de programas de la Universidad Ean, como Impacta y Reto Ean: Jóvenes Buena Onda, que han contribuido al desarrollo del proyecto desde herramientas de gestión, análisis de valor y visión sistémica, sin intervenir en el liderazgo comunitario.
“El respaldo de la Universidad Ean ha sido valioso. No desde la teoría, sino desde la escucha activa, desde el compartir saberes para escalar lo que ya hacíamos en comunidad”, reconoce Palacio.
Esta articulación evidencia cómo el trabajo entre universidad y territorio puede generar soluciones reales y sostenibles, en línea con los pilares institucionales de la Ean: emprendimiento, sostenibilidad, innovación y bienestar.
La Sacha Inchi no solo se cultiva: también se transforma en productos de alto valor agregado como aceites gourmet, proteínas vegetales en polvo, barras energéticas y cosméticos naturales. Todo el proceso se realiza con prácticas limpias, energías renovables y una visión circular del negocio.
“Queríamos demostrar que sí es posible hacer empresa desde el campo sin dañar el entorno. Por eso, usamos paneles solares, evitamos monocultivos y respetamos los ciclos naturales”, agrega Palacio.

Un modelo de agroindustria inclusiva

Este modelo es una respuesta concreta a la necesidad de generar economías alternativas en zonas tradicionalmente afectadas por la informalidad o economías ilícitas. Además, promueve el relevo generacional: mientras en la caficultura tradicional el promedio de edad supera los 60 años, en esta red productiva la media es de apenas 22.
El proyecto de Sacha Inchi en Montes de María representa una nueva forma de habitar el campo colombiano: más justa, más consciente y más alineada con la biodiversidad del país.
Es también un llamado a reconocer que desde el emprendimiento sostenible, el respeto por el territorio y la innovación social, es posible construir bienestar y transformar la vida de cientos de familias.
“No somos una fábrica de productos, somos una comunidad que cree en el campo y en lo que el campo puede enseñarle al mundo”, concluye.
La Universidad Ean continúa apoyando este tipo de procesos que integran la academia con la realidad del país, impulsando modelos que no solo generan ingresos, sino que también cultivan confianza, esperanza y arraigo.