Sufragio Femenino en Colombia: Un Viaje Histórico

Sociedad
Por
Luna Herrera
Agosto 26, 2024 Comparte

La conquista del voto femenino en Colombia es una historia de valentía y perseverancia que se extendió a lo largo de varias décadas del siglo XX. Durante este tiempo, mujeres valientes se enfrentaron a enormes desafíos para cambiar el panorama político del país. Su lucha no solo logró que se reconociera su derecho a votar, sino que también encendió una revolución social y cultural que sigue resonando en la sociedad colombiana actual.   

Los orígenes de la lucha (1930-1940) 

El movimiento sufragista colombiano comenzó a tomar forma en la década de 1930, en un contexto de cambios sociales y políticos en América Latina. Las mujeres, inspiradas por los avances en otros países y por las ideas de igualdad que se propagaban globalmente, empezaron a cuestionar su papel en la sociedad colombiana.  

En 1930, un grupo de mujeres lideradas por Georgina Fletcher y Ofelia Uribe de Acosta presentó al Congreso la primera petición formal para el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de las mujeres. Aunque esta petición no tuvo éxito, marcó el inicio de un movimiento.  

La década del movimiento (1940-1950)

Los años 40 vieron una intensificación de la lucha. En 1944, Ofelia Uribe de Acosta fundó la revista “Agitación Femenina”, que se convirtió en un importante foro para la discusión de los derechos de las mujeres. La publicación no solo abogaba por el sufragio, sino que también abordaba temas como la educación, el trabajo, junto con la participación política y social de las mujeres.  

En 1945, durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo, se presentó un proyecto de ley para otorgar la ciudadanía a las mujeres, que fue aprobado en primera instancia, pero luego archivado. Esto, lejos de desanimar al movimiento, lo fortaleció y unificó.  

El camino hacia la victoria (1950-1954)

La década de 1950 fue crucial para el movimiento sufragista. En 1953, el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, irónicamente, mostró una apertura hacia las demandas de las mujeres. Esmeralda Arboleda, una de las líderes más prominentes del movimiento, fue nombrada delegada a la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC).  

El momento llegó, la tarde del 25 de agosto de 1954. Ese día, Esmeralda Arboleda pronunció un discurso histórico ante la ANAC, defendiendo el derecho de las mujeres al voto, «Nosotras estamos seguras de que vosotros honorables diputados estaréis a la altura de vuestra gran misión histórica y consagraréis para la mujer de vuestra patria el derecho de plena ciudadanía». La Asamblea votó unánimemente a favor del sufragio femenino, con 60 votos a favor y ninguno en contra. Los opositores, conscientes de la fuerza del movimiento y del cambio en la opinión pública, optaron por retirarse o abstenerse en lugar de votar en contra.  

La implementación y sus desafíos (1954-1957) 

Aunque el derecho al voto se aprobó en 1954, las mujeres colombianas no pudieron ejercerlo de inmediato. El país atravesaba un periodo de inestabilidad política, y no fue hasta 1957 cuando se convocó un plebiscito para aprobar el Frente Nacional.  El 1 de diciembre de 1957 quedó en la historia como el día en que las mujeres colombianas ejercieron por primera vez su derecho al voto. La participación fue masiva, demostrando la importancia de este logro para la mitad de la población que había sido excluida de la toma de decisiones políticas.  

Legado (actualidad)

La obtención del voto femenino en Colombia no fue el final, sino el comienzo de una nueva era de activismo, participación política y cultural de las mujeres. Este logro abrió las puertas para que las mujeres pudieran acceder a cargos públicos, participar en la elaboración de leyes y políticas, para así tener voz en las decisiones que afectan al país.  

En las décadas siguientes, las mujeres colombianas han seguido luchando por la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad. El acceso a la educación superior, la participación en el mercado laboral en igualdad de condiciones, la lucha contra la violencia de género y la representación equitativa en los espacios de poder son algunas de las batallas que se han librado y que continúan hasta el día de hoy.  

Figuras como María Cano, Gabriela Peláez Echeverri, Ofelia Uribe de Acosta, Esmeralda Arboleda y Josefina Valencia, entre muchas otras, no solo lucharon por el derecho al voto, sino que sentaron las bases para un movimiento feminista más amplio y fuerte en Colombia.   

La historia del sufragio femenino en Colombia es un ejemplo del poder de la organización, la perseverancia y la convicción de las mujeres. Es un recordatorio de que los derechos no se otorgan, se conquistan. Hoy, mientras las mujeres colombianas ejercen su derecho al voto, participan en política y ocupan espacios de poder, es fundamental recordar que cada logro es fruto de una larga lucha. El voto femenino en Colombia no fue solo un hito político, sino el cimiento de una revolución cultural que sigue transformando la sociedad colombiana.   

*Luna Herrera es estudiante de Gestión Cultural y periodista de Catarsis. 

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