Los acordes de Eduardo Santos en el periodismo musical

Música
Por
Pedro Daniel Astros
Agosto 18, 2020 Comparte

Eduardo Santos Galeano es un apasionado por el periodismo musical. Ha trabajado para medios como Shock, Arcadia y Noisey, además de sus colaboraciones en medios como Vice, Páramo, El Enemigo y 070. Actualmente es bajista de la banda bogotana Yo No La Tengo (YNTL).

 

Para comenzar, queremos saber, ¿cómo fue su inicio en el periodismo musical?

Soy profesional en periodismo y opinión pública de la Universidad del Rosario. En las prácticas profesionales tuve la fortuna de entrar a Noisey (filial de Vice), mi pasión siempre fue escribir sobre música. En 2017 salí de Noisey y me dediqué al freelance en Arcadia, Vice además de trabajar para Páramo un tiempo en el área digital. A finales del 2019, gracias a David Chaca y a una reestructuración editorial en la Revista Shock logré ingresar a este medio. La labor como periodista no es muy valorada económicamente y por este motivo he tenido que dedicarme a otras labores sin abandonar mi vocación, por esto mi fuerte también está en la parte digital. En el sector cultural uno no se puede dedicar a una sola cosa, toca rebuscarse. 

 

¿Ha identificado ventajas o herramientas para seguir ejerciendo su labor como periodista durante la pandemia?

Algo que ha sido muy difícil es el alejamiento físico con las fuentes, algo muy chévere era ir a verse con el entrevistado, poner la grabadora, verlo a los ojos. También hacer reportería hace mucha falta, hace falta el ejercicio de entrevistar a varias personas para contar una historia desde diferentes ángulos. Los medios digitales, como los audios de WhatsApp y las videollamadas, son maneras muy útiles y prácticas para hacer reportería, ahorra recursos y tiempo en movilizaciones. Siento que he aprovechado bien esos recursos digitales para poder acercarme a mis fuentes que son quienes tienen la información y las historias que se quieren contar. Siempre será importante conservar esa relación periodística con las fuentes.

 

¿Considera que hay un público consolidado en Colombia que se interese por leer o estar informado de temas culturales?, ¿han habido cambios durante el aislamiento?

No me animaría a decir que la gente está leyendo más o que están escuchando más música. Pensamos que por el encierro las personas están consumiendo más contenidos, pero al parecer no es así. Spotify hace muy poco dijo que la gente está escuchando más música, lo cual es raro, pero tiene sentido. Antes consumíamos música mientras nos movilizamos y eso ya no se está dando. En cuanto a los públicos de consumo cultural, la industria tiene muchos sectores y no sé qué esté pasando en todos, pero si me pregunta por si hay un consumo de la escena musical independiente en Bogotá, diría que sí. Cada vez hay más gente y gente con proyectos como Catarsis, que quieren hablar de la música, no solo como medios, sino en redes sociales como Instagram con un diseño de perfil bonito. Hay nichos creciendo de manera importante en esta escena. 

 

¿Ha intentado hacer inmersión en otros medios además del escrito para que sus historias y entrevistas tengan nuevos espacios?

Yo siempre he sido muy del escrito, tal vez por la formación que tuve en la universidad. Las nuevas narrativas y hacer periodismo musical me parecen muy buenas, por ejemplo, Sebas Narvaez con Sudakas tiene un proyecto muy lindo junto a 070, Shock también está estrenando un nuevo formato con sus entrevistas. 

 

¿Considera que faltan medios de comunicación,  investigación y espacios para consolidar un mejor ecosistema alrededor de la música? 

Es justamente de lo que estamos adoleciendo hoy en día, de no tener espacios. Revista Metrónomo, que fue de las primeras y es un gran referente, dejó de existir hace dos años. Noisey tampoco existe ya. Arcadia tampoco y esta brindaba un espacio gigante para el periodismo musical narrativo: podíamos contar historias a doble página, esto era una oportunidad grande para poder profundizar mucho más en el reportaje. Sin embargo, por culpa de la censura y su nueva estructuración, muchos de los que éramos colaboradores ya no queremos tener nada que ver con ese lugar. Muchos espacios independientes han dado la lucha pero son muy difíciles de sostener. Medium, una plataforma independiente y gratuita, nos da la opción de subir publicaciones a periodistas independientes, pero no genera retribución alguna y si no hay un músculo financiero detrás que pueda sostener el medio, es muy difícil hacer periodismo musical. Mi sueño es poder ver un periodismo musical contra poder, que tenga diversidad de género y razas, donde esté la gente escribiendo y pensando la música desde diferentes perspectivas sociales, históricas y políticas. La música tiene todas esas facilidades. Es la expresión y excusa para hablar de lo que quieras. Al no haber espacios donde podamos vivir del periodismo y obtener un pago justo por esto es difícil poder crear estos contenidos que soñamos.

 

¿Qué cree que está pasando en materia de periodismo musical en otras regiones?

Hacer periodismo cultural en este país denota ciertos privilegios porque dedicarse a esto es algo centralista, no se ve tanto en las regiones ya que ahí están escribiendo de las otras problemáticas que azotan estos territorios, por esto tal vez no logran tener el tiempo suficiente para contenidos culturales. Qué bueno sería que ellos pudieran narrar sus territorios desde la música, enseñarnos las agrupaciones, bandas alternativas y demás que desde esta burbuja, no alcanzamos a ver. Si hacemos esa reportería desde Bogotá o Medellín, no dejariamos de ser outsider y no logramos narrar la historia de esos espacios como debería ser.  

 

Ahora que ve la perspectiva desde dos puntos de vista, como integrante de YNLT y como periodista, ¿cómo ve el panorama de la música independiente cuando esto empiece a normalizarse?, ¿qué le espera? 

Es complicado. Hace poco leí una entrevista que le hicieron a Juan Quiroz de Árbol Naranja. Él propone que las bandas independientes que ya han crecido y que tienen un público grande, en el momento que se pueda volver a tocar, van a llamar a las bandas emergentes más pequeñas para que puedan ser reconocidas frente al público que ellos convocan, logrando unir más la escena de las bandas en Bogotá. Es una propuesta bonita e idealista, no sé si se logre. Desde mi perspectiva de músico emergente y miembro de YNLT me preocupa porque todos van a querer tocar, por lo que será un complicado lograr obtener algún toque, aunque sería un reto chevere. Que los venues se llenen y que la gente asista mucho, claramente hay crisis económica, pero tengo fe de que la gente pueda asistir.

 

Como periodista tengo mucha ilusión, encuentro que hay nuevos medios hablando de música, cada dos semanas salen nuevas cuentas digitales haciendo reseñas dando su opinión en la música. Cuando vuelva la música en vivo sería lindo ver a toda esta gente en los toques, ver la manera en que los van a cubrir y cómo van hablar de las bandas. Los que ya estamos más metidos en este oficio vamos a tener el reto de mirar cómo se va reactivando el sector. ¿Qué pasará con los festivales grandes?, ¿qué va a pasar con la plata de los festivales que se cayeron? Hay que estar documentando y hacer las preguntas correctas. 

 

¿Qué representa para usted hacer Catarsis?

Últimamente todo. Siento que todos están haciendo catarsis porque todo el mundo está encerrado: “Activos en Twitter soltando todo, todo el tiempo, estamos en una época de catarsis colectiva”. Siento que todas las semanas es una catarsis dejándola toda en redes que es en donde tenemos esa discusión colectiva.

 

Catarsis es un espacio creado para pensar, evaluar, analizar e informar acerca de lo que sucede en la intersección de la cultura y la sociedad. Desde su mirada como periodista musical, ¿qué relevancia tiene para la industria que se creen espacios como Catarsis? 

Hay dos cosas que me interesan que comentamos anteriormente: necesitamos espacios que se interesen en escribir sobre música y cultura, poder dejar documentos de lo que pasa para que en un futuro se puedan consultar y ver qué estaba pasando en esa época. Y como usted, interesado en el mundo de la música que quiere buscar un espacio en donde hablar de ella, todo surge desde el gusto por el arte, por la música y todo lo que representa en nuestras vidas. Lo otro que me parece muy interesante y bonito son los medios que surgen en las universidades lo cual me parece muy clave, en este momento trabajo en 070 de Los Andes. El periodismo universitario más allá de estar pegado a una institución, los medios que no están ligados a los grandes grupos de poder en Colombia, que se puede considerar uno de los grandes problemas de los medios de comunicación masivos. Poder tener la libertad de hablar de esas cosas que en otro medio no tendrían cabida porque todos los medios están pensando es en jalar audiencia. El periodismo universitario permite que se puedan crear nuevas narrativas mucho más humanistas, un tema bastante clave. Estos espacios los necesitamos y afortunadamente mucha gente está abriendo los ojos y viendo este flujo de información interesante y relevante que está también en internet, se tiene que saber donde buscarlos.  

 

Teniendo una trayectoria como periodista y estando en este campo, ¿qué consejos daría para hacer camino en el periodismos cultural y lograr estar en espacios periodísticos desde los independientes hasta algo más comercial?

Primero, tomarse esto muy en serio. La música está ligada a tantos aspectos sociales y políticos que hay mucha tela para cortar, no creer que la música es solo escuchar un disco y decir que sintió, sino pensar más allá: en qué contexto está este disco, por qué se hizo de tal forma, hablar de la música desde lo estructural… En este sentido, Catalina Ceballos es un gran referente, ella entiende la cultura en Colombia como un ecosistema en donde están pasando miles de cosas.  El periodismo musical y cultural merece la misma profundidad que el periodismo político, al igual que cualquier otro periodismo. Si vamos hablar de música, vamos hablar de todo lo que está pasando en Colombia y sobre la gente que está intentando crear nuevo contenido. Muy bueno lo que está surgiendo, pero también tenemos que subirle el nivel, que es el reto. Que el periodismo musical sea contrapoder es para mí la clave y no que tenga que llegar el periodista político a sacar el reportaje de la economía naranja de Sayco, sino que el periodista musical sea quien muestre lo que está pasando. Cuando se hace bien la tarea, sin dudas se vuelve una voz relevante. 

 

Para finalizar, me gustaría saber ¿qué medios de comunicación culturales y musicales recomienda? 

En lo nacional Cartel Urbano no solamente está, cubriendo lanzamientos, sino haciéndose preguntas interesantes. No me interesa leer un medio de periodismo musical en donde solo  saquen reseñas de artistas internacionales, el valor real de este oficio es cubrir lo que está pasando en su entorno. 

 

¿Qué periodistas recomienda?

Natalia Guerrero es una de las mejores periodistas que he conocido, gran conocedora de la música electrónica. Juan Antonio Carulla, desde Youtube, sin duda ha puesto el ejemplo de lo que es cubrir la escena independiente en Colombia. Juan Pablo Conto, a quien considero mi gran maestro, fue mi editor en Noisey y actualmente es parte del equipo digital de Radiónica. Luis Daniel Vega historiador del rock y de la música en Colombia. José Arteaga de Pasto y actualmente director editorial de Radio Gladys Palmera.  Alberto Salcedo Ramos el gran prócer de la crónica musical en Colombia. Leila Guerriero periodista musical y cultural de argentina. 

 

¿Qué libros de periodismo de música y cultura, recomienda?  

De los que me he leído últimamente Libertad Divino Tesoro de Oscar Jalil que cuenta la historia del cantante de Sumo, banda argentina de los ochenta, emigrante italiano quien dejó en musica increible. ¿Cómo Dejamos de Pagar por la Música? de Stephen Witt un libro que habla sobre la historia del mp3 y de cómo terminó siendo una pelea económica y política en la guerra de los formatos. Los prisioneros de Claudio Narea. La época del rap de acá  de Santiago Cembrano, para leerse ahorita está muy bueno aprender de la historia del rap en Colombia. La Causa Nacional: Historias del Rock en Colombia de Jacobo Celnik es un libro que permite entender la evolución del rock colombiano desde los sesenta, ya que se tiene en el imaginario que el rock colombiano apareció en los ochenta con la explocion del rock en español. Joy Division: la historia oral de Jon Savage. 

 

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