EL SOMBRERO DE PIZARRO

Patrimonio
Sociedad
Por
Luna Herrera
Julio 23, 2024 Comparte

En medio del debate nacional que generó en las últimas semanas el sombrero que Carlos Pizarro, excomandante del grupo guerrillero M-19, utilizó al firmar los acuerdos de paz en 1990, es el centro de una discusión simbólica para adentrarse en los terrenos de la memoria histórica y el patrimonio cultural de Colombia. 

Recientemente, el Ministerio de las Culturas emitió la Resolución 218, en la que reconoce este sombrero como parte del patrimonio cultural de la Nación. Esta decisión ha desencadenado tanto apoyo como controversia, reflejando así, las complejas dinámicas de memoria colectiva en un país que aún lucha por sanar las heridas de décadas de conflicto armado. 

Para entender mejor las implicaciones de esta decisión, es crucial comprender la diferencia entre "patrimonio" y "bien de interés cultural". Jimena Puyo Posada, magíster en Gestión del Patrimonio Cultural y Natural, nos explica que el patrimonio se refiere a "los bienes materiales y simbólicos, así como las manifestaciones y expresiones de una comunidad o de la sociedad en su conjunto, que se consideran dignos de ser preservados y transmitidos a futuras generaciones".  Por otro lado, la declaratoria de un bien de interés cultural implica un acto administrativo que coloca al objeto bajo un régimen especial de protección. En el caso del sombrero de Pizarro, el Ministerio ha optado por un "reconocimiento" basado en criterios generales de integración del patrimonio, pero sin activar este régimen especial de protección. 

"No es lo mismo reconocer el carácter simbólico de un objeto que integrarlo al patrimonio cultural de la Nación", nos dice Puyo. Ella subraya la importancia de un proceso de participación social amplia en estas decisiones, especialmente cuando se trata de símbolos que pueden evocar recuerdos dolorosos para algunas partes de la sociedad. 

El contexto histórico y político que rodea a este sombrero es complejo. Carlos Pizarro fue uno de los principales líderes del M-19, un grupo guerrillero que protagonizó uno de los episodios más traumáticos de la historia reciente de Colombia: la toma del Palacio de Justicia en 1985. Sin embargo, también fue una figura clave en el proceso de paz que llevó a la desmovilización del grupo en 1990, y su posterior participación en la vida política del país. 

El sombrero en cuestión simboliza este tránsito de la lucha armada a la participación democrática. Pizarro lo usó durante las negociaciones de paz, la dejación de armas y la firma del acuerdo con el gobierno. Después de su asesinato en 1990, el sombrero fue custodiado por ex miembros del M-19 exiliados en Suecia y recientemente entregado al Presidente Gustavo Petro en Estocolmo, como un símbolo de paz. 

Sin embargo, el caso del sombrero de Pizarro ilustra cómo los objetos históricos pueden adquirir varios significados. Para algunos, representa un símbolo de paz y reconciliación, mientras que para otros, algo completamente distinto, especialmente las víctimas del M-19. Puyo también nos habló sobre los riesgos de instrumentalizar el patrimonio con fines políticos e ideológicos. "Si se queda en un reconocimiento a través de una resolución, estaremos ante una instrumentalización del patrimonio con fines políticos e ideológicos que probablemente se desmontará con el primer cambio de gobierno a uno de otro corte ideológico", nos señala. 

Para que este reconocimiento tenga un impacto social positivo, Puyo sugiere que es crucial generar un espacio de diálogo inclusivo que permita la construcción de una narrativa colectiva en torno al sombrero. Este proceso debería incluir diversas perspectivas, con especial atención a la voz de las víctimas del conflicto. El debate sobre el sombrero de Pizarro pone de manifiesto los desafíos que enfrenta Colombia en su esfuerzo por construir una memoria histórica compartida y compleja. Refleja la tensión entre el deseo de honrar los símbolos de paz y reconciliación, y la necesidad de reconocer y respetar el dolor de las víctimas del conflicto. 

Además, este caso resalta cómo las decisiones sobre patrimonio cultural pueden convertirse en temas altamente politizados. Algunos consideran la decisión del gobierno de reconocer el sombrero como patrimonio como un intento de enaltecer una figura controversial, mientras que otros la interpretan como un paso hacia la reconciliación nacional. 

En última instancia, el caso del sombrero de Pizarro subraya la importancia de abordar la patrimonialización de objetos históricos con sensibilidad, apertura y equilibrio. Puyo nos enfatiza la necesidad de "renunciar a la pretensión de fijar un significado único", permitiendo que el reconocimiento patrimonial refleje la evolución de la memoria colectiva y las narrativas sociales en torno al conflicto y la reconciliación. 

Este debate invita a una reflexión más amplia sobre cómo Colombia puede construir una memoria histórica inclusiva que reconozca las diferentes experiencias y perspectivas de su pasado. El desafío está en encontrar un equilibrio entre honrar los símbolos de paz y reconciliación, y al mismo tiempo, respetar y reconocer el dolor de las víctimas y las diferentes interpretaciones de la historia reciente del país. 

*Luna Herrera periodista de Catarsis y estudiante de Gestión cultural de la Universidad Ean.

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