"Aquí estoy, sigo luchando": Tatiana Piñeros

Patrimonio
Por
Laura Camila Villamizar
Julio 18, 2020 Comparte

Finaliza junio cruzando con mayores certezas lo que esta “distopía” ha traído: reconociéndonos en las luchas persistentes de otras y otros, sintiendo en la piel el eco de las movidas sociales en el mundo y viendo el reflejo de lo que nuestra propia identidad ha querido emanar. El mes del Orgullo LGBTIQ+ se conmemora gracias a una mujer trans, negra y VIH+, Marsha P. Johnson, quien, en 1969 junto a todo un movimiento de liberación hizo posible la primera Marcha del Orgullo. Tras 51 años, este movimiento desde las calles ha permitido reconocer nuevas identidades desde lo social, político y legislativo, sin embargo, el camino hacia territorios seguros e inclusivos aún requiere la fuerza del tiempo y las voces de quienes han apoyado y conquistado nuevos espacios. 

 

Este es el caso de Tatiana Piñeros Laverde, mujer transgénero, quien desde el trabajo constante conmemora el Orgullo LGBTIQ+ y hoy nos permite conocerla.  Tatiana es la actual directora financiera de la Secretaría de Gobierno, alcaldesa de la Localidad de Los Mártires, contadora Pública y especialista en Gerencia de Recursos Humanos. Fue directora del Instituto Distrital de Turismo, directora corporativa de la Secretaría de Integración Social y de la Secretaria General del Distrito, secretaria privada, encargada de la Alcaldía Mayor de Bogotá. 

 

En su memoria e identidad, ¿cuál es el primer recuerdo que tiene de haberse reconocido a sí misma como una mujer trans?

Yo creo que cuando obtuve información frente a los temas de diversidad y de que existía el sector transgénero. Es decir, hasta antes de eso, yo tenía un sentir, y era eso, no me sentía bien siendo chico, no me sentía bien en ese rol y en ese papel. Cuando obtengo la información de que hay un tema transgénero, con sus divisiones, con sus componentes (transformista, travesti, transexual), todo ese tema, entonces me ubico en esa sombrilla, me digo: “Ay, yo estoy aquí, soy transexual”, por eso cómo me siento al interior, cómo me gustaría expresarlo y exteriorizarlo... Recuerdo que alguna vez estando en el trabajo me llegó al correo una información de algo que había estado mirando o buscando antes, al abrirlo, veo todo esto LGBTI, en esa “T” me sentí identificada. Mejor dicho, sentí ¡eso soy!  De ahí comencé a indagar mucho más frente a qué hacer, existe una terapia de reasignación hormonal, hay cirugías de reafirmación de sexo o de género, pensé “sí se puede”. Ya le ponía nombre a todo lo que sentía y ví que sí se podía llegar a ello. Antes no. Antes yo me sentía mujer, pero no concebía que se pueden cambiar los fenotipos, caracteres secundarios y hasta llegar a una cirugía de reasignación.
  

¿Qué edad tenía cuando empezó a buscar y recibir esta información? 

Más o menos 22 o 24 años.  

¿El acceso a la información fue crucial para su proceso? 

Totalmente. Fue clave esa etapa, por eso insisto muchísimo y participo en los espacios donde pueda informarle a la gente de esta situación. Porque hasta que yo no obtuve información no me sentí libre y no supe qué debía hacer ni hacia dónde debía ir. 

 

¿Cuál considera que fue su mayor aporte al turismo LGBTQ+ cuando ocupó el cargo de directora del IDT?
Como directora de turismo la gente pensaba que por ser trans mi aporte iba a ser sólo al tema LGBTIQ+ , creo que entonces el aporte es “estaba ahí una mujer trans al frente del Instituto”, pero definitivamente era la directora, donde estaba vendiendo una ciudad con un potencial enorme hacia la cultura, la gastronomía, los negocios y que a su vez tenía un potencial hacia el turismo LGBTIQ+. Entonces, a groso modo, fue vender a Bogotá como esa ciudad multicultural, diversa y con ese potencial y desarrollo que permitiera decir “Venga a Bogotá, que en Bogotá hay algo para hacer siempre”. 

Respecto al tema LGBTIQ+, fue hacer el montaje del producto turístico en este aspecto y que tiene Bogotá. Fue gracias a la organización de la oferta que logramos montar el producto turístico que Bogotá es, además, la única ciudad en Colombia que lo tiene. Cabe aclarar que oferta como discotecas y restaurantes tienen varias ciudades, pero producto turístico solo tiene Bogotá; eso llevó a tener La Guía de Turismo LGBTQ+ oficial de Bogotá. La capital no tiene una guía de turismo general como la que tienen las grandes ciudades del mundo, pero sí tiene una guía de turismo LGBTQ+. Una guía de turismo no es un cuaderno donde únicamente se encuentran direcciones y lugares, no. Un turista de los sectores que viene a Bogotá tiene que recibir la información propia de una guía de los sitios de patrimonio cultural y su oferta con un enfoque fuerte hacia el tema LGBTQ+ que contiene, en general, la venta de Bogotá. Un año después de este trabajo Colombia ganó como Destino Mundial LGBTQ+, gracias a la gestión realizada por Bogotá. 
 

¿Por qué apostarle a Bogotá en el segmento LGBTIQ+ en materia turística?

Aparte de lo que mencioné antes, creo que Bogotá tiene un potencial y desarrollo normativo con políticas LGBTQ+. Colombia, gracias a las ganancias que tiene en materia de jurisprudencia de la Corte, garantiza derechos al matrimonio y adopción igualitaria, eso hace automáticamente que un destino se convierta en atractivo. Una persona que es parte de la comunidad no irá a sitios donde no existan este tipo de políticas y la diversidad se penalice. Cuando un lugar está cubierto en materia normativa, se respeta y se defiende. Eso hace que las personas empiecen a considerar la población LGBTQ -que se estima es el 10% de la población- y así haya un porcentaje de la población mundial qué cuando piensa hacia dónde ir, contemplen destinos que cumplan ciertos requisitos como que respeten su identidad u orientación sexual. Con base en eso, se crea una oferta. Entonces, hay un nicho de mercado por explorar.

 

¿Qué lugares de Bogotá deberían considerarse como parte de la memoria histórica LGBTIQ+?

Existen muchas partes: Chapinero, La Candelaria, El Santa Fé de la Localidad de Los Mártires. Este último es un espacio que ha dado luchas muy fuertes, tiene una historia y, en efecto, una memoria que se debe reconocer. Allí donde muchas personas han perdido su vida, pero muchas otras han podido ser. Es interesante ver cómo cambió desde hace unos años, cuando llegaron “estos raros” con unas características físicas que obviamente distan de las mujeres cisgénero y necesitaban vestido, calzado, vivienda... Por consiguiente, aparece una necesidad y, a raíz de ello, una oferta y emprendimientos. Creo entonces que estos lugares hacen parte de la vida cotidiana de nuestra comunidad y son esenciales para nuestra memoria.
 

Considerado como un conjunto de inmuebles de interés cultural, el barrio Santa Fé es el epicentro de grupos y colectivos que representan la lucha de la comunidad LGBTIQ+, quienes a su vez atraviesan conflictos sociales siendo foco de la estigmatización por inseguridad. ¿Cómo cree que se puede mejorar la calidad de vida de sus habitantes desde el fomento del turismo, las expresiones artísticas y culturales?  

Este barrio o sector que es Zona de Alto Impacto, la mayor y la primera, también conocida como Zona de Tolerancia, tiene un potencial muy grande que de manera organizada puede transformar imaginarios y prejuicios que tiene este sector de robos, asesinatos, delincuencia, entre otros aspectos que se juzgan cuando alguien dice “El Barrio Santa Fé o Mártires”. Sin embargo, esto se puede trabajar de manera articulada entre empresarios, comerciantes, personas dedicadas a la actividad sexual pagada, Alcaldía Local, Alcaldía Mayor y empresas de renovación urbana. Porque aquí, en este punto, podríamos hablar de un distrito rojo, como hay en grandes ciudades del mundo, donde le tema asociado al sexo, la prostitución, el trabajo sexual o actividad sexual pagada es reconocido y tiene un potencial turístico. Considero que aquí hay cómo hacerlo y lo estamos haciendo ahora con todos estos actores que nos permiten organizarnos sacando a los niños, niñas y adolescentes explotados sexualmente y eliminando la trata de personas. Que las personas que se encuentren aquí estén completamente conscientes, en las mejores condiciones y garantías para ejercer su actividad. 
La existencia de una oferta alterna artística, cultural, gastronómica sería muy importante. Aquí, viene mucho turista, pero se come muy mal. Claro al principio eso es normal cuando se abre mercado o nicho, pero después, cuando existan corredores seguros, iluminación, manejo de desechos, espacios públicos y todas esas cosas que hacen que uno diga “Puedo ir al Santa Fé” y que las personas se sientan seguras y, como siempre he dicho, “no se puede perder una aguja”, todo eso hace que la gente esté tranquila. 

Allí convergen no solo personas de la comunidad LGBTIQ+, sino también grupos étnicos, desplazados, habitantes de calle, personas que han vivido en Bogotá desde siempre, transitando el patrimonio arquitectónico, que vale la pena, recuperar, mantener y preservar...
Uno aquí en Mártires no se da cuenta y, por ejemplo, hay unas edificaciones con balcones clásicos y hermosos, pero uno nunca mira hacia arriba porque siempre está súper pendiente, prevenido, con el corre corre. Sin embargo, aquí tenemos patrimonio arquitectónico, diseños clásicos y representativos de la barrialidad bogotana. 

 

¿Qué estrategias plantearía para garantizar el cumplimiento de la política pública LGBTIQ+ en medio de la coyuntura generada por la pandemia?

Esta emergencia mundial nos ha implicado grandes restos y este es uno de ellos: la virtualidad y cómo nos estamos desenvolviendo a través de ella. Entonces, en materia, los sectores LGBTQ han tenido que entrar en esta virtualidad en sus negocios, sus actividades y, quizá, también las actividades sexuales pagadas, pues deben ir fortaleciendo las actividades de entretenimiento para adulto de forma virtual. Ha resultado como respuesta la opción webcamer que, si bien ha estado en auge, es ahora una posibilidad y una forma para el sostenimiento de las chicas y chicos trans. De manera general, las personas han migrado a vender por Internet, a mostrar por internet, a las citas por internet que le permite a uno decir: “no nos podemos encontrar, pero a través de esto hay una opción”. La estrategia es ver la oportunidad que hay y que debemos fortalecer. Migrar a estas nuevas tecnologías que debemos considerar aún después, cuando estemos saliendo de esta pandemia, asegurarnos de no dejarlas y fortalecer los temas virtuales.

Debido a la situación de salubridad que atravesamos actualmente y el aislamiento obligatorio, ¿qué realizará este año para conmemorar la celebración del orgullo LGBTIQ+?  
 

Yo asisto a las marchas, pero soy de las que digo que no puede ser solamente un día, como creo que no debe ser solo un día para conmemorar a las madres o, a las mujeres. Debe ser una lucha diaria. En ese día  es permitido salir a las calles a mostrarnos, donde la gente dice “ay qué chévere”, pero ¿y el resto de los días? Criticamos y juzgamos. Es una lucha constante por la reivindicación de derechos. Entonces más que ese día poner la bandera y demás, yo estoy desde donde esté siempre orgullosa de hacer parte de esta comunidad y de lo sectores LGBTQ. Tenemos que seguir luchando y ganando estos y muchísimos más espacios. Aquí quisiera enviar un súper saludo a Brigitte Baptiste a quien admiro muchísimo, independientemente si es trans o no, por su inteligencia y lo que es como ser humano y como profesional. Esos espacios los necesitamos a todo nivel. Entonces, creo que básicamente es eso, seguir diciendo “AQUÍ ESTOY, SIGO LUCHANDO”, precisamente por conquistar esos espacios.
 

¿Le gustaría hacer algún comentario para los estudiantes, profesores y colaboradores de la Universidad EAN? 
Sí, una partecita de mi corazón está en la EAN. Cuando comencé el tránsito lo hice estudiando allá, dejé la maestría que estaba haciendo por concentrarme en el tránsito, pero regresaré para hacer mi doctorado. Básicamente creo que la EAN cambió mi mentalidad cuando me indujo a un enfoque hacia la sostenibilidad, el emprendimiento y la cultura. Estar allí es preguntarse, ¿qué negocio?, ¿qué idea?, pensar qué puede germinar y crear, qué necesidad hay o inventarse una y, de allí, una oportunidad. Que la Universidad sea un espacio para abrir la mente, donde la gente se sienta reconocida, donde se pueda convivir y no importe si es gordo, negro, negra, estrato cinco, de regiones o de Bogotá, hombre o mujer, heterosexual o LGBTIQ... Qué bonito eso, que sea un lugar que permita una sana convivencia y nos permita ser. Que no se juzguen esos temas, que sea esa, la universidad, el reflejo de la sociedad y que de allí comiencen a salir nuevas empresarias y empresarios que se lleven eso para aplicarlo en su vida.

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