Los bailes vernaculares durante el confinamiento

Jaime Andrés Reyes Paéz
Director de estudios socio-humanísticos, éticos y culturales - Universidad Ean - Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Actualidad

Es reiterativo el comentario sobre la aceleración de la transformación digital, a partir del confinamiento, y con dicha transformación llegaron los cambios en la manera en cómo consumimos. Lo cierto es que estos cambios, que algunos catalogan como un ‘Cisne Negro’, no estaban en las cuentas de nadie. 

Frente a nuestra terca, arrogante e ingenua esperanza de un futuro controlado por nuestros pensamientos, nos hemos visto obligados a realizar la mejor improvisación, como bufones en las tablas que olvidan la siguiente broma. Así, las empresas, los negocios y los gobernantes han sacado de la manga las mejores cartas para tener felices a los clientes, o quizás para asustarlos. 

Esta pandemia ha sido un acto sorpresivo e inimaginado, en que cada uno hace su mejor esfuerzo para improvisar su papel; hemos experimentado una ruleta de emociones. La ansiedad generada a partir de la impotencia de sentirnos prisioneros en nuestras casas, sin haber cometido delito alguno, lamentando o celebrando el día en que conocimos a nuestro compañero de celda, o el día en que dejamos ir al que hubiese sido un buen partido en tiempos de COVID-19.

 

"Esta pandemia ha sido un acto sorpresivo e inimaginado, en que cada uno hace su mejor esfuerzo para improvisar su papel; hemos experimentado una ruleta de emociones.".

 

Algunos vivieron la pena de tener un auto nuevo en el garaje, del que ya no podían presumir en Instagram, pero cuyas cuotas y seguros anhelaban subsanar con el alivio financiero. El miedo a morir como un culicagado empelotó nuestro egoísmo ante las vacías góndolas del supermercado; tal vez ignorando que los coronavirus (CoV), como los buenos platos de restaurantes, entran por los ojos, la nariz y la boca; pero nunca por donde salen. 

Pensar en que alguien tenía planeado esto resulta tan maquiavélico como haberlo hecho. Creo en cambio que los directores de las organizaciones se vieron como las orquestas y sus músicos; tuvieron que improvisar, subiéndose a trenes de emociones y saltando de un vagón a otro para sobrevivir.  

Al principio, el tren del miedo parecía estar a tono, sincrónico y afinado, hasta que se sintió el hambre e incluso los mariachis decidieron hacer serenatas al rayo del sol, sin cumpleaños, ni borrachos en proceso de reconciliación que justificara el inusual festejo. 

No es que no tengamos miedo, quizás en el fondo queremos comprar esperanza, así nos toque pagarla a cuotas. Una sobredosis de miedo y hambre es insoportable, particularmente cuando alguien llega al muro de Facebook a vender la nostalgia de poder comprar como antes, sin pandemia y sin tapabocas, pero ahora con algo aún mejor: sin IVA

Al parecer la oferta fue tan buena que algunos vagones se llenaron, a tal punto que la autoridad local se vio obligada a cerrarlos, aplicando las respectivas sanciones legales. Además, los que compramos tiquetes en el tren del miedo, con IVA o sin IVA, salimos como eruditos a señalar a quienes se habían dejado tentar diciéndoles (desde las redes por supuesto): “después no pidan una cama en la UCI”, “qué estupidez ahorrarse el 19% del IVA para pagar el 30% en los intereses de la tarjeta”, “lo que este país necesita es enseñar finanzas personales en el colegio, en vez de religión”. Estoy de acuerdo y añado que además deberíamos desterrarlos de este paraíso

No obstante, y pese a los señalamientos, esa canción que la prensa internacional llamó 'Covid Friday', les gustó tanto a los bailadores criollos que al poco tiempo las orquestas y sus músicos la repitieron. Sin embargo, esta vez se acotó el distanciamiento social a la hora de hacer “el trencito” y muchos más bailadores decidieron zapatear una versión electrónica desde su casa. 

La transformación digital es solamente una parte de lo que está ocurriendo. Sin embargo, para lograr seducir a los consumidores se necesita más que la simple implementación de herramientas digitales y la recolección de datos. Si bien es cierto que el comercio electrónico, y en general la tecnología, cobran cada vez mayor relevancia en nuestras vidas; es fundamental reconocer que, para conseguir pareja a través de Zoom no es suficiente manejar la plataforma con destreza, también es necesario lograr generar una gran conexión emocional con quien está al otro lado de la pantalla. 

Las empresas también se pueden beneficiar al incorporar la emoción en la ecuación de valor. Esta adopción podría constituir una posible explicación del porqué la noticia de la flota femenina de motociclistas de Crepes & Wafles, esté generando una gran acogida en redes sociales. Muy seguramente, el desarrollo de esa flota no estaba en el plan estratégico de la empresa para el 2020, pero apalancados en sus fundamentos, como el músico que domina su instrumento y el bailador que fluye con su ritmo, la empresa logra improvisar con certeza a la hora de tomar decisiones. 

La mezcla de elementos morales, éticos, racionales y emocionales, sumados a la adopción de tecnologías, resulta ser entonces una fórmula de marketing capaz de mitigar las pestes, los ‘cisnes negros’ e incluso los confinamientos.

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