“Con el propósito de controlar la progresión de la epidemia de COVID-19 en Colombia, el ministro de Salud y Protección Social, Fernando Ruiz Gómez, anunció a la opinión pública que se limitarán los eventos y sitios masivos a un máximo de 50 personas e igualmente se ordenará el cierre de bares y discotecas en todo el territorio nacional”. Con esta noticia se despertó Colombia el 16 de marzo del 2020, lo que conllevó a la cancelación y al reagendamiento de eventos masivos como conciertos y festivales musicales del país.
Roger Garnica, un ingeniero civil que vivía en el departamento del Putumayo, estaba ansioso por asistir al Festival Estéreo Picnic 2020, el festival de música privado más importante del país. Viajaría a Bogotá a reencontrarse con su mejor amigo, David Bueno, quien también asistiría al festival desde España. Estaban muy emocionados, no solo porque se reencontrarían, sino porque podrían ver a algunos de sus artistas favoritos: “Para el viernes [3 de abril] anunciaron un artista sorpresa: Claptone”, el cual se sumaría a los ya confirmados Armin Van Buuren y el Binomio de Oro, lo que para Roger generó mucha más emoción. Sin embargo, con la noticia de la cancelación de los eventos masivos no solamente se estropearon todos los planes de este ingeniero, sino también los de todas las personas alrededor del mundo que habían comprado sus boletas. Para la edición 2019, la Alcaldía de Bogotá reportó que hubo más de 87.000 asistentes a los tres días del festival y en la edición 2020 se esperaba que esta cifra aumentara.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) los sectores de las industrias creativas y culturales de Colombia le están generando a la economía del país $30 billones anuales, lo que en promedio equivale al 2.5% del PIB total en los últimos años. Un ejemplo claro de su contribución, es el Festival Estéreo Picnic, pues en su última edición, además de atraer 6.584 extranjeros, el gasto total por parte de los turistas fue de US$9.627.411.
Aun así, teniendo en cuenta el aporte de este sector en la economía colombiana, la preocupación por proteger la salud y el bienestar llevó a que todo este tipo de eventos se cancelaran, causando un gran impacto en empresas que vivían de estas actividades. Philippe Siegenthaler, director de Páramo Presenta, una de las principales promotoras de festivales, conciertos y eventos en Colombia, asegura que “ha sido un reto muy grande la aparición de esta coyuntura, la reestructuración fue absoluta, en primera instancia nos tocó, desafortunadamente, racionalizar la nómina de una manera abrupta. Intentamos mantener la mayor cantidad de gente posible, pero llegó un momento en el que era insostenible el tema. Básicamente estábamos poniendo en riesgo la empresa, tuvimos que acortar entre un 70% y 80% de nuestra nómina a muy corto plazo”.
No obstante, el impacto no fue únicamente para las grandes productoras, sino también para aquellas con un menor alcance, dedicadas a los eventos artísticos locales y sectoriales. Un ejemplo de ello fue la agencia Roble producciones. Yalesa Echeverría, su gerente y productora de eventos artísticos, comenta que “el cerrar el telón de los espectáculos, fue un impacto muy fuerte que nunca se había vivido, ya que es un sector que nunca para, que constantemente se está desarrollando en los escenarios. Este impacto se ve porque se empiezan a ver unas dinámicas sociales en la industria, que evidencia que no está agremiada y que no hay procesos sociales, ni académicos, ni financieros que permitieran sobrellevar los obstáculos que se presentaron”.
¿Cómo se reinventó el sector musical en medio de una pandemia?
Dadas las circunstancias, los artistas no tuvieron más opción que adaptarse a las nuevas necesidades de sus consumidores y es entonces cuando la palabra reinvención, se convirtió en un reto para esta industria.
Según el informe Global Music Report, dado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, el sector musical venía en un proceso de adaptación a las nuevas plataformas digitales. De hecho, con la pandemia, estos formatos se convirtieron en la primera línea de negocio del sector; sin embargo, en el mismo informe se asegura que “la monetización y el recaudo bajaron. Ya que los anunciantes y las marcas pausaron sus campañas, por ende, las regalías se vieron afectadas”.
Es allí donde varios artistas deciden acudir a los conciertos y los festivales virtuales, básicamente en estos espacios, los artistas presentaban sus canciones o repertorios en un lugar sin audiencia presencial, sino que por el contrario, las personas compraban entradas para disfrutar del evento desde la comodidad de su casa. En este punto, Siegenthaler resalta lo siguiente: “Sé que para la gran mayoría el tema de los shows virtuales apareció como una nueva idea en la pandemia; pero eso no es del todo cierto, los shows virtuales y los streamings ya existían hace varios años, era la manera de agrandar la experiencia de los festivales, por ejemplo, presentarse a nivel mundial y acaparar públicos de cualquier parte del mundo. Siento que lo único nuevo es que todo el mundo lo empezó a hacer”.
Uno de los ejemplos locales fue el Festival Estéreo Picnic, el cual realizó una versión virtual en la que retransmitió decenas de conciertos, entrevistas y contenidos multimedia de ediciones previas. Esta versión se llevó a cabo en la misma fecha que se había pensado la primera reprogramación del festival, a finales de 2020. El público asistente fue el mismo público que había adquirido boletas para la edición 2020.
Y no solo fueron los festivales.
Valentina Moreno, una estudiante de derecho bogotana, tuvo la oportunidad de disfrutar del concierto virtual de uno de sus artistas favoritos: Shinee, una boy band surcoreana. Valentina afirma: “Tan pronto se anunció el concierto virtual compré las entradas, no eran tan costosas como son las de los presenciales, pero sí eran un poco costosas”. Aun así, para personas como Valentina, este tipo de espacios fueron significativos: “Nunca he asistido a alguno de sus conciertos, esta vez tuve la oportunidad. Y aparte de eso, fue mi escape de realidad porque la pandemia fue un tiempo muy duro para mí y para mi salud mental, entonces el hecho de que al menos esto distraiga mi mente, fue muy importante para mí”.
¿Una luz en medio de la oscuridad?
Sin embargo, a medida que el programa de vacunación en Colombia avanza, la esperanza ha vuelto al gremio, puesto que, con una reducción en el número de contagios y muertes, podría representar una reactivación en el sector. Y así lo confirmó la Alcaldía de Bogotá, el 30 de julio de 2021 con el decreto 227, el cual asegura que “se podrá realizar eventos de carácter público o privado, que incluye conciertos, eventos masivos deportivos, discotecas y lugares de baile, siempre que se mantenga el distanciamiento físico de mínimo 1 metro, se respete un aforo máximo de 50% de la capacidad de la infraestructura en donde se realiza el evento”.
"Estas medidas, como el aforo del 50%, no son viables debido al incremento en el precio de boletas o el valor de los artistas por su participación, así que se debe apostar a una normalización por lo menos a mediano plazo", asegura Siegenthaler quien espera que esta reapertura se lleve a cabo en diciembre del presente año.
Para el gobierno, la limitación del aforo en eventos que conllevaban conglomeración y el uso permanente del tapabocas, son medidas necesarias para disminuir y evitar contagios. No obstante, a pesar de que existen estas medidas, el panorama que se ha vivido en los últimos meses es lo contrario a cómo debería ser, puesto que en estos espacios muchas veces se sobrepasa el aforo permitido y las personas no usan el tapabocas.
Aunque en medio de la oscuridad ya se veía algo de luz, el hecho de que la reactivación haya sido gradual y progresiva no benefició del todo a las productoras y gestoras de eventos. Yalesa explica que esto aún no es rentable y que deben “pagar transporte, catering, iluminación, sonido, alquiler del lugar. Nuestros eventos no se hacen en lugares tan grandes donde el aforo no es mucho, por ende, no son muchas las ganancias que se recogen”.
Reapertura y el futuro
La alcaldesa López anunció que “a partir del 1o de noviembre, con carné de vacunación, vuelve todo el sector empresarial; y a partir del 16 de noviembre, con carné de vacunación, vuelve todo el sector de entretenimiento con el 100 % de aforo; y a partir del primero de enero de 2022 vuelve toda Bogotá a la presencialidad”. Lo cual permite darle a la capital un buen panorama de lo que sucederá con los festivales y conciertos presenciales.
Este tipo de anuncios por parte del gobierno distrital responden a la reducción en las cifras de contagio COVID-19. De acuerdo con el Ministerio de Salud, el 9 de noviembre los casos activos en Colombia eran de 12.186, contrario a lo que se veía por la misma fecha un año anterior donde los casos activos eran de 66.496. Una reducción de casos activos de casi el 20%, acompañado de que, a día de hoy, la población colombiana vacunada es del 70% con al menos una dosis, lo que representaría un total de 35 millones de personas vacunadas.
El miedo que se tiene a los festivales masivos es que puede incrementar los contagios del virus y llegar a un nuevo pico; sin embargo, hay ejemplos exitosos de eventos masivos, por ejemplo, en Estados Unidos se llevó a cabo el Festival Lollapalooza Chicago, uno de los festivales más conocidos del mundo. A diferencia de lo que se creería los contagios reportados fueron 203 casos, un número insignificante, ya que al festival asistieron 385.000 personas, es decir que el porcentaje de contagio fue del 0,004: de 10.000 personas 4 se contagiaron. Según CNN, el Departamento de Salud Pública catalogó al festival como un evento ‘no supercontagiador’, demostrando que, con las prevenciones de bioseguridad y control sobre los asistentes, no habría problema en realizar eventos masivos.
Son estas cifras y estas experiencias las que han permitido que, en Colombia, festivales como el Jamming Festival (octubre 26) y el Festival Estéreo Picnic (octubre 28) confirmaran de forma oficial las fechas y carteles para sus ediciones de 2022.
Un regreso muy esperado por los fans, pero un regreso que responde al parón de la industria por casi dos años. Esto generó que se hicieran cambios para poder recuperarse a nivel económico. Este tipo de eventos masivos modificaron los precios de las entradas, los cuales se vieron y se verán incrementados. En el caso del Festival Estéreo Picnic, para el año 2019 (prepandemia) los costos de las entradas por día e individual era de 322.000 y la VIP era de 625.000, en cambio, para este 2022 los precios de las mismas serán de 365.000 individual y de 690.000 la VIP. Lo mismo ocurrió con el Jamming Festival, los precios para el año que viene son de 230.000 el día, en cambio en el año 2019 los precios por día eran de 190.000, máximo 200.000 si pedías la boleta a domicilio.
Primeros pasos
En el caso de Colombia, la primera experiencia de un festival masivo se realizó el pasado 31 de octubre en el marco del Festival Comunión, la fiesta de Halloween más grande de Colombia. Este evento fue organizado por Páramo. Tras ser cancelado el año pasado, este 2021 volvió con muchas sorpresas para los amantes de la música electrónica. Lograron traer a una de las leyendas del Techno Richie Hawtin, algo curioso del festival fue que la vacuna contra el COVID-19 no era necesaria, así lo manifestó Páramo respondiendo a un comentario en Facebook. Hasta el momento, no se han dado a conocer estadísticas de contagios del evento, además, estuvo a su máxima capacidad, es decir, cerca de 5.000 personas acudieron al evento, lo que demuestra las ganas que tienen los ciudadanos de regresar a estos festivales.
De esta forma, la coyuntura mundial ha sido un gran reto para toda la industria del entretenimiento, a pesar de ello, como bien nos dice Siegenthaler, también ha generado enseñanzas en cuanto a la estructuración de la empresa. “Sin duda alguna fue un momento de reflexión, de interiorizar mucha información que quizás en el pasado no habíamos podido para podernos analizar internamente y en su defecto volver de una manera mejor estructurada hacia el futuro”. Pese a esto, aún es necesario una reactivación para que todas estas empresas puedan subsistir y seguir trabajando como normalmente se hacía.
*Verónica Moreno es estudiante de los pregrados en Comunicación y Lenguas Modernas; Camila Gutiérrez y Wilson Sarmiento son estudiantes de Lenguas Modernas con énfasis en comunicación digital y periodistas en Catarsis.
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