Con el paso de los años se ha hecho más difícil dar respuesta a esta pregunta. Si recordamos un poco, quizás, sobre la década de los cincuenta, la respuesta era mucho más fácil, solo estaban en la casa cuidando a la familia: esposo e hijos.
En esa época había sitios prohibidos para las mujeres, de uso exclusivo para los hombres como las plazas públicas, los bares, e incluso los almacenes; es más, legalmente las mujeres no podían decidir sobre sus vidas, sus padres y luego sus esposos eran quiénes tomaban todas las decisiones que afectaban sus vidas.
Y pensar que hoy en día, en pleno siglo XXI, hay lugares en todas partes del mundo donde aún las cosas siguen igual, donde la religión, las costumbres y la ley determinan el comportamiento de las mujeres por encima de lo que ellas piensen, sientan o crean. Estos prejuicios culturales no solo limitan el rol de las mujeres, sino que muchas veces promueven formas de violencia sobre ellas.
Los estereotipos, esos que se construyen, se aceptan y se reproducen socialmente, empezaron a romperse, a transformarse, gracias a que muchas mujeres lucharon por realizar sus metas por encima de cualquier obstáculo. Cosas que hoy parecen tan cotidianas y cercanas a nosotras, como ir a la universidad o poder votar en las elecciones son el resultado del esfuerzo y empeño de muchas mujeres en el mundo, que fueron más fuertes que los prejuicios frente a lo que debían o podían hacer, a donde podían o debían estar, e hicieron todo por estar donde querían y ser lo que quisieran.
Hoy en día encontramos mujeres en espacios y cargos ocupados tradicionalmente y casi de manera exclusiva por los hombres: mecánica, robótica, ingeniería espacial, la vicepresidencia e incluso la presidencia de algunos países, por nombrar solo algunos. Si bien hemos avanzado en ello, aún las condiciones no son igualitarias en todo el mundo.
La respuesta a la pregunta inicial tal vez no es más compleja, quizás ahora la respuesta podría ser más simple: las mujeres en su mayoría están donde quieren estar. Por eso, en este mes de marzo, en Catarsis vamos a reconocer a algunas de ellas, a acercarnos a sus historias de vida y quizás a encontrar razones para seguir siendo lo que queremos ser y saber que podemos estar simplemente dónde cada una quiera estar.
*Andrea Hernández León es Trabajadora Social y Magister en Ciencia Política. Actualmente es la directora del pregrado en Estudios y Gestión Cultural de la Universidad Ean y editora de Catarsis.
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