Nathaly y Édgar Ruiz son los creadores de Hermanos Pastel, una iniciativa empresarial que ha conquistado los paladares de los comensales más exigentes de la capital. Se trata de una mezcla de sabor, talento e ingenio, con un sello artesanal único.
Según cuenta esta pareja de hermanos, su emprendimiento nació el día en el que Nathaly preparó para su familia una torta de tres leches que se llevó todos los elogios. Esa primera impresión fue el punto de partida para algunos nuevos encargos para celebraciones de amigos y familiares, y la reafirmación de la idea de emprender.
Para Nathaly, Hermanos Pastel surgió como la oportunidad de combinar su profesión con la cocina –uno de sus pasatiempos predilectos– y cumplir el sueño de ser independiente.
Hacia el 2010, la emprendedora estaba estudiando Administración de Empresas en la Universidad Ean. Su hermano Édgar, también administrador Eanista, se convirtió no solo en un gran apoyo, sino en su socio. Nathaly asegura que aprovechó esa época de estudio para construir su pastelería y darse a conocer entre los estudiantes.
“Mi papá fue toda la vida independiente, y para mí ese ha sido uno de los ejemplos más grandes que he tenido. Siempre quise crear empresa, sobre todo en el sector de los alimentos, y mi hermano me apoyó y motivó para hacer realidad este proyecto”, asegura Nathaly.
Como la masa de los pasteles, la popularidad de Hermanos Pastel creció paulatinamente. Cupcakes, galletas, ponqués y diferentes tipos de tortas empezaron a conquistar a la clientela.
Una familia con ADN emprendedor
Lo que vino para Nathaly y Édgar, después de esa primera gran expansión, fue un proceso de consolidación, lento pero lleno de buenos resultados. A pesar de que ninguno conocía a ciencia cierta cómo era moverse en el mundo de la industria alimenticia, ambos superaron con inteligencia, amor y dedicación los retos que se presentaron en el camino.
“Este negocio comenzó siendo algo desconocido, pues una cosa es preparar una torta por encargo para tu amiga y otra es enfrentarte a los pedidos, proveedores y clientes”, dice Nathaly.
De acuerdo con la emprendedora, la pasión y el apoyo de toda su familia han sido los motores más grandes para seguir en esta “escuela de la vida”, como ella misma califica este proceso.
Hay que destacar que Hermanos Pastel nació como un emprendimiento familiar en donde Nathaly es la gerente general, y su hermano Édgar el gerente administrativo. Además, sus padres también están dentro del negocio: Rocío, la madre de estos dos emprendedores, es la líder de producción, y Antonio, el padre, está a cargo de la logística y las compras.
“Funcionamos bajo un protocolo familiar, en donde el crecimiento de la empresa es independiente a nuestros lazos familiares. Las reglas y roles están bien definidos para mantener nuestra unidad y ser exitosos al mismo tiempo”, afirma Édgar.
En este camino, la familia Ruiz ha recibido el apoyo de la Universidad Ean para potenciar su proyecto. De hecho, gracias al Instituto para el Emprendimiento Sostenible, Nathaly y Édgar postularon su proyecto a una convocatoria en la cual ganaron un capital semilla que les permitió comprar su primera batidora industrial, un elemento clave en la elaboración de sus productos.
Posteriormente, en el 2013, los hermanos Ruiz se presentaron a una nueva convocatoria en la Universidad, donde fueron beneficiados con recursos que les permitieron adecuar su zona de producción y cumplir con los requerimientos sanitarios y estructurales que les exigía la ley.
El crecimiento de Hermanos Pastel ha sido continuo, como lo demuestran sus ingresos y su target. De acuerdo con Édgar, el emprendimiento está dirigido principalmente a certámenes de empresas, capacitaciones en donde se requieren productos de pastelería o refrigerios, y personas que realizan celebraciones personales en ocasiones especiales.
A la medida del consumidor
El secreto de Hermanos Pastel no solo radica en la unión familiar, sino en la atención e importancia que tiene cualquier cliente desde el momento que se hace un pedido. “Nuestros ponqués son totalmente personalizados. De hecho, muchos clientes nos ayudan con ideas, conceptos y hasta fotos de lo que quieren”, explica Édgar.
El resultado son tortas de cualquier tipo, desde dibujos de personajes de películas animadas o equipos de fútbol, hasta una cancha de tejo de tamaño a escala. Sin embargo, no todo entra por los ojos; el paladar de los comensales ha jugado un papel preponderante en este largo camino. “Desde el principio nos hemos enfocado en entregar productos frescos, lo cual influye directamente en el sabor”, cuenta Nathaly.
La carrera de estos hermanos ha estado llena de aciertos, pero eso no excluye las vicisitudes con las que se han cruzado. No obstante, ambos seguirán entregándose con toda la pasión a este emprendimiento que ha impactado positivamente a cientos de comensales durante los últimos ocho años.
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