El poder de cultivar habilidades

Si bien ya nos encontramos en una etapa de menor confinamiento por parte de las autoridades nacionales y distritales, estos tiempos de pandemia nos han llevado a reflexionar sobre varios aspectos de nuestras vidas, como aquellos relacionados con lo que nos permite ser más productivos y desarrollar nuestra capacidad para adaptarnos a nuevos entornos y realidades.

El siglo XXI ha traído consigo una serie de innovaciones que han transformado nuestras vidas de una forma fundamental, al tiempo que la tecnología se convierte cada vez en un elemento más ubicuo; nos conecta más a la nube, pero nos desconecta más del mundo. 

Esta constante conexión a la red ha exacerbado el “síndrome de inmediatez” que nos acostumbra a que todo en el mundo actual pasa, si no de inmediato, al menos sí de manera rápida. Las compañías de los billones de dólares ya no se crean en décadas, sino en años. Las personas no se vuelven estrellas de rock por el trabajo de sus vidas, sino por un “minuto de fama”. La respuesta a las preguntas no se resuelve a través de un trabajo meticuloso de búsqueda y validación de diferentes fuentes, sino que es el primer resultado en un buscador de Internet.

Este “síndrome de inmediatez” va justo en contravía de lo requerido en un mundo cada vez más cambiante: las habilidades. Además, porque son estas las protagonistas en un mundo donde reaprender se ha convertido en un imperativo para un correcto desempeño personal y profesional. Debido a esto, es importante resaltar las bondades que tiene la formación en ingeniería, más específicamente en las ciencias (básicas y aplicadas), pero enfocándonos principalmente en el proceso y no en el resultado. 

Este es el principal error que se comete al confundir los objetivos de formación; por ejemplo, cuando un estudiante se propone resolver una integral doble el resultado es importante, pero es más importante el proceso y las habilidades que este desarrolla a medida que se acostumbra al ambiente. Las ciencias (fundamentales en ingeniería) permiten desarrollar habilidades como la capacidad de concentración, la resiliencia, la búsqueda de alternativas y la creatividad; todas ellas necesarias y escazas en el mundo actual.

De esta manera, cuando los estudiantes se enfrentan en curso a un tema sobre el cual no entienden muy bien su aplicación en el mundo real, o por qué los docentes asignan trabajos “difíciles” cuando las respuestas las pueden encontrar en Internet, es necesario que tengan una perspectiva diferente y que piensen más bien qué tipo de habilidades necesarias en el mundo real son las que están desarrollando a partir de este tipo de ejercicios; antes que ser reticentes se debe abrazar este proceso con ánimo y decisión.

Ahora, no es que los ingenieros sean los únicos capaces de adquirir estas habilidades dentro de su proceso de formación, sino que esta es una forma muy eficiente de lograrlo.

Por eso la invitación en estos momentos de pandemia es a que aprovechemos para cultivar la capacidad de concentración, la resiliencia, el autoaprendizaje, la búsqueda de alternativas y la creatividad, las cuales serán recompensadas con creces para el desempeño en el ámbito tanto personal como profesional en su futuro próximo.