¿De qué púlpito viene la prédica?
Andrés Palpati
Periodista de la Gerencia de Mercadeo – Universidad Ean
Junio 26, 2018
Actualidad
Por estos días todo es fútbol y goles. Ya pasaron las elecciones a la Presidencia y podemos dejar en el baúl de los recuerdos las anécdotas de las ‘abejas castrochavistas’, los aguacates, los candidatos que no se definen y las “preguntas chimbas”. Trasladémonos mejor a Rusia, el lugar de los hechos a los que me voy a referir.
Hace unos días, dos videos de colombianos que asistieron al Mundial se viralizaron y se han convertido en objeto de interminables debates. El primero muestra a un grupo de hinchas que ingresó ilegalmente alcohol a uno de los partidos de Colombia. En el segundo, un hombre, aprovechándose de una mujer japonesa que no sabe hablar español, la engaña y la hace insultarse con oprobios.
Partamos del hecho de que se trata de actos completamente reprochables que ya todos hemos visto una y otra vez (hasta el hastío) y que han ocupado importantes espacios en los medios y en nuestras conversaciones. Así mismo, los protagonistas están sufriendo las consecuencias. Mientras que el colombiano que aparece en el video de los binoculares podría perder su trabajo, el otro teme por su seguridad y la de su familia.
Sí, estoy de acuerdo con que cada falta expuesta en los videos no debe celebrarse y merece su respectiva sanción social, pero hasta ahí. No va más. Creo que hay temas más importantes y trascendentales para que nos indignemos. ¿Por qué? Simple. Basta con salir a la calle para ver que pasan cosas todavía peores y no nos inmutamos.
La gente no respeta las filas, se cuela en el Transmilenio, cuando van al supermercado se toman una “gaseosita” sin pagarla, entran comida al cine… podría seguir enunciando estas acciones, que por simples que parezcan, denotan que vivimos en una sociedad enceguecida por el egoísmo, la corrupción y la cultura del ‘yo primero’ y ‘todo vale’.
Parece de cajón este discurso, lo hemos oído una y otra vez, pero nadie lo aplica. No pretendo hacer pedagogía barata, pero ya es hora de que nos vayamos desprendiendo de esa mal llamada “malicia indígena” y nos comportemos como buenos ciudadanos, si es que lo somos.
Por otro lado, a raíz de los comentarios y memes en redes que he visto, ahora todos se muestran como defensores de la moral y las buenas costumbres, como si nunca hubieran cometido una falta en sus vidas. Porque eso sí, “¡al caído caerle!” … todos somos poderosos cuando vamos en manada para pasar por encima de los demás.
La gente debería ponerse en los zapatos de los implicados para al menos imaginar qué haría o diría en dichas circunstancias. Estoy seguro de que a nadie le gustaría que le amenazaran a su familia o no lo contrataran en una empresa por haber cometido un error que se hizo viral. Aunque, repito, estos hechos merecen el rechazo de la comunidad, he visto un excesivo odio de la sociedad hacia sus connacionales. Siento una sociedad muy distinta, o al menos incoherente, a la que supuestamente lleva pidiendo desde hace años la paz.
No voy a meter la cucharada política, no es la idea, pero nuestras acciones no están reflejando lo que tanto hemos pedido. Hay que mirarse primero, analizar las acciones con detenimiento y ser conscientes de que todo lo que hagamos, por más pequeño que sea, puede cambiar la realidad de nuestro entorno.
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