Alejandra Vanegas tiene 19 años y estudia Danza y Dirección Coreográfica en la escuela Corporeus Danza Latinoamericana, es una bailarina integral, especializada en folklore latinoamericano, salsa, hip-hop y jazz, A ella la conocí cuando yo tenía 17 años y estaba retomando mi formación de Folclor en la escuela Corporeus -ella debía tener 14-. Alejandra pertenecía a la compañía profesional de la escuela y bailaba con personas que podrían doblar su edad. Recuerdo que, la primera vez que la vi danzar de inmediato me pregunté: “¿Cómo una niña es capaz de tener un lenguaje corporal tan claro y contundente, que con un solo movimiento logra cohesionar muchos gritos e historias?” Ella me conmovió y desde ese primer momento la admiro y respeto. Parte de una formación en folclor tradicional colombiano y logra fusionar de manera acertada su mover con otros estilos y técnicas. Con esta entrevista pude conocer sobre las danzas del periodo de independencia Colombiano y cuáles son sus repercusiones para la danza de hoy.
¿Quién eres, qué haces y qué aspiraciones tienes?
Entrego mi vida al arte desde muy niña. Inicié mi camino danzado a los 6 años y poco a poco he ido adquiriendo ciertas capacidades. En el 2014 decidí que la danza sería mi estilo de vida, una travesía llena de conocimientos, aprendizajes, equivocaciones, crecimiento, frustraciones e incertidumbre. En el 2019 empecé a estudiar ‘Danza y dirección coreográfica en la Corporación Universitaria CENDA, pero antes tuve una formación integral en la escuela Corporeus Danza Latinoamericana. Todo ese tiempo he investigado con mi cuerpo la danza tradicional colombiana enfocada a la fusión y proyección. Siempre respetando los valores e historia de Colombia y de nuestros antepasados.
Mis aspiraciones son bastantes, entre ellas terminar mi carrera y aportar al mundo de la danza desde diferentes ámbitos.
¿Cuál ha sido tu formación?
En el colegio conocí la danza: han sido 13 años en este bello arte. Mi formación ha sido principalmente folclor de proyección. Inicié con las rondas infantiles que hablan de nuestras regiones. Por ejemplo, en la región pacífica los movimientos pertenecen a la historia de vida de ciertos grupos. No eran iguales los movimiento de un español ya que su postura era totalmente diferente a la postura de un esclavo nengro encadenado. Adquirir ciertas posturas y conocimientos históricos fue mi inicio. Más adelante continué con las fusiones gracias a los nuevos procesos que inició la escuela en ballet, jazz, hip hop, tap y un poco de contemporáneo. Hace unos 5 años nos dimos cuenta de que, como compañía de danza, necesitábamos urgentemente la técnica si queríamos ser profesionales de folclor de proyección. Desde entonces nuestra calidad de movimiento ha sido totalmente distinta, su limpieza, pureza y amplitud han aumentado. Nuestros cuerpos incluso han cambiado. La técnica ha sido crucial para mi formación.
¿Qué conoces de las danzas presentes en el periodo de la independencia Colombiana?
Principal las danzas de la región pacífica y las danzas de salón. Las danzas de salón las aprendí de niña, son muy elegantes, representan a los reyes españoles y criollos adinerados, el cuerpo requiere de una postura alargada; alguna vez interpreté a Anita la bogotana. Respecto al pacifico, las danzas representan las tradiciones originales de los esclavos: cómo cuidaban sus
tierras, cómo protegían sus tesoros y cómo intentaban preservar su legado y leyendas en nuevas tierras, como es el caso de el chiriguare.
¿Cuál ha sido tu experiencia en la práctica de las danzas tradicionales?
Bastante gratificante. Me han llevado al exterior, he tenido la oportunidad de conocer diferentes culturas, de pisar escenarios internacionales, probar gastronomía nueva, compartir charlas, conocimiento, costumbres y leyendas con colegas de otros países. Reconocer mi cultura me ha permitido compartir una imagen diferente de Colombia, alejada del imaginario del narcotráfico y prostitución.
¿Cuál es la importancia que tiene para un bailarín la práctica de estas danzas?
Yo opino que la fusión es muy importante, nos reta un montón. Dominar diferentes técnicas incrementa el entrenamiento corporal y mental, debemos tener una máquina fuerte. Ser integral nos hace más versátiles.
¿Cuál ha sido tu experiencia con las fusiones?
No ha sido fácil y aún hay mucho camino. A veces es complicado romper con los paradigmas tradicionalistas, otras veces es muy complejo realizar un buen trabajo con una fusión limpia. La falta de preparación en un bailarín puede hacer que las fusiones carezcan de calidad, se pierda el mensaje histórico y la armonía. Sin embargo, cuando se logra, es algo totalmente diferente, novedoso y transgresor. Por ejemplo, la mezcla tradicional con hip hop aumenta la coordinación, el pensar rápido, la disociación del cuerpo, la creación coreográfica, la generación de formas, la organización grupal y la originalidad. El jazz también amplía la gama de movimientos y sensaciones. La combinación con esa técnica le da dinámicas novedosas al movimiento mientras que se conservan las historias tradicionales, al alimentarse de elementos del jazz lírico que es sumamente expresivo. O en las danzas de salón con la técnica clásica, el movimiento cambió y encontré nuevas herramientas para la postura.
¿Cuál ha sido la diferencia entre la vivencia de estas danzas de manera tradicional y fusionada?
En un tiempo inicial tuve que ver la danza tradicional pura para entender el tema histórico, es como aprender y construir la danza de un país. Mientras que las funciones te permiten crear tu danza personal y versionar esa danza nacional. En nuestro caso, con las fusiones y los conocimientos adquiridos, creamos la identidad de nuestra compañía.
¿Tienes algún comentario personal o invitación para el público de Catarsis?
¡Darnos la oportunidad de hacer cosas distintas! No encasillarnos y romper nuestros esquemas. No posponer nuestros sueños y metas, utilicemos el tiempo en confinamiento para ello, como estoy haciendo con la línea de ropa para bailarines que quiero crear. Por otro lado, los invito a amar y conocer nuestra procedencia, respetar nuestra cultura y seguir construyéndola. Podemos encontrarla en nuestra propia casa y familia, lo que ha sucedido con nuestros antepasados son historias que están en nosotros y qué bello poder compartirlas por medio del arte: contar sobre nuestras pérdidas, luchas y victorias por medio del movimiento.
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