¿Quién soy? Una pregunta entre el más allá y el ahora. Soy una mujer conocida y desconocida ante un pueblo que ha olvidado la sangre derramada de su pasado lóbrego. Mi origen es incierto pero mi propósito final es claro desde el primer día de mi vida. Hay voces que afirman que nací en la Santa fe fastuosa de Gonzalo Jiménez de Quesada. Otros discuten que fue Mariquita. Recuerdo ese clima. Todos estábamos enamorados del cielo e incluso veíamos a los virreyes. Sin embargo, mi alma le pertenecerá al paraíso ignoto de Guaduas. ¡Vaticina! El 26 de enero de 1795 comenzó mi historia en este país. El tuyo y el mío. Nací para amar las entradas y salidas de cada ciudad, amante de los bambucos y enemiga de la injusticia. Siempre especulando con meras entelequias. Pasan los años y estoy convencida de que soy diferente.
Epifanio Garay: La Pola en Capilla (1890, óleo sobre tela) Museo Nacional de Colombia.
Mi familia dirá que he perdido la cabeza, la iglesia me señalará y muchos querrán matarme. Si soy diferente, debo ser la mejor. En el suelo rasposo se encuentra destruido el jarrón de Llorente. Escuché un grito. Ha gritado Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano. Llegó. Por fin ha llegado la hora de gritar. Hoy, 20 de julio, siempre se sentirán los gritos silenciosos y desgarradores de un pueblo sumergido en la vergüenza de traidores y corruptos. La sangre emanada de nuestros ciudadanos será recordada en cada corazón de esta nación. La independencia ha iniciado. Soy una fantasma patriota que llega a las calles de Santa fe. Nadie me conoce. Seré la voz en secreto. Escucho información de los ejércitos, pero para ellos soy una simple costurera. La guía revolucionaria del pueblo colombiano sumergida entre hilos. Nunca le he temido a la muerte. Me han descubierto. Estoy al frente de mi asesino. Y antes de escuchar el disparo, grito. Le grito a mi pueblo colombiano que muero orgullosa por defender los derechos de mi patria. Esas son mis últimas palabras. Las palabras de la heroína Policarpa Salavarrieta.
