Editorial: ¿Y ahora, quién estará encargado de los archivos documentales en Colombia?

Sociedad
Por
Catarsis
Octubre 5, 2022 Comparte

La comunidad archivística colombiana se encuentra indignada como resultado de la Directiva Presidencial No. 08 de 2022 emitida el 17 de septiembre de 2022, mediante la cual, con la buena intención de emitir “Directrices de austeridad” hacia un gasto público eficiente, indica en el numeral 2.3 VEHÍCULOS de forma textual “Las entidades deberán ajustar los manuales de funciones con la finalidad de permitir que los funcionarios públicos que se desempeñan como conductores puedan cumplir labores de apoyo a la gestión administrativa como el archivo documental. Las entidades procurarán que las capacitaciones para estos funcionarios sean incluidas dentro de los planes institucionales de capacitación”. 

 

 

Con total desconocimiento, el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República-DAPRE emite estas directrices. El presente artículo no pretende resaltar la importancia del archivo, pues todos somos conocedores que nuestra existencia de vida y muerte está registrada y documentada indiferente del soporte.  

El Archivo General de la Nación de Colombia fue creado en 1989 en el mandato del nortesantandereano Virgilio Barco Vargas, un gobierno que estuvo marcado por grandes cambios y sucesos, tales como propiciar la economía social, ampliación de declaratorias de áreas protegidas, especialmente en la Amazonía colombiana, firma del tratado de paz con el M-19 y la entonces séptima papeleta, así como otra serie de desafortunados sucesos como el asesinato de Carlos Pizarro. 

El Archivo General de la Nación conserva la historia de Colombia en sus diferentes épocas, convirtiéndose en el ente rector de la política archivística de nuestro país y su reciente recepción del acervo documental de la Comisión de la Verdad, reviste aún mayor significado de confianza institucional y del valor patrimonial que administra y conserva, siendo este el patrimonio de todos los colombianos.  

Utilizaremos recientes datos publicados por la doctora Ruth Elena Vallejo Sierra, quien actualmente dirige el Programa de Archivística en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en su artículo titulado: Itinerarios en la construcción histórico-institucional de la archivística como disciplina y profesión en Colombia, publicado en la Revista Interamericana de Bibliotecología por la Universidad de Antioquia. 

Para ilustración de muchos o de pocos, el artículo de Vallejo es un enfoque cualitativo que se remonta a la relevancia e importancia de la profesión y disciplina desde el Reino de Nueva Granada hasta nuestro siglo XXI.  

En nuestro país ha existido siempre la necesidad de educar, formar laboral y profesionalmente. Por lo tanto, estos espacios de formación han sido brindados por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), instituciones de educación superior como Universidad de la Salle, Pontifica Universidad Javeriana, Universidad del Quindío, Universidad de Antioquia, Universidad INPAHU y la Universidad Distrital Francisco de José de Caldas, facilitando educación, oportunidad laboral calificada, el desarrollo de la institucionalidad y fomento empresarial. 

La formación técnica, tecnológica y profesional ha propiciado la creación de agremiaciones, tales como la Sociedad Colombiana de Archivistas, que existe desde hace 20 años, y el Colegio Colombiano de Archivistas, con un total de 4561 tarjetas expedidas con corte al 14 de septiembre de 2022, funcionando desde hace 12 años en atención a la promulgada Ley 1409 de 2010 que reglamenta el ejercicio de la profesión del Archivista en Colombia. 

Los archivistas en Colombia han ganado posicionamiento en espacios como la Asociación Latinoamérica de Archivos-ALA, Consejo Internacional de Archivos-CIA, entre otros. Sin embargo, su mayor protagonismo es el ejercicio social, propiciando que los archivos en Colombia se conviertan día tras día en garantes de transparencia, garantes de derechos y deberes de los ciudadanos. Donde la historia, no debe tener inclinaciones, pues los documentos, aunque sin voz, hablan por sí solos de la necesidad de reconocer la diversidad e inclusión, hacia un estado tolerante, democrático y equitativo, pero que requiere de mano de obra califica y profesional para el procesamiento técnico adecuado de la información.  

Finalmente, desde la transversalidad de la profesión del archivista con otras disciplinas o profesiones, su mayor activo o fuente son los datos e información, que han fortalecido la interdisciplinariedad ante los cambios tecnológicos, culturales y sociales. 

La comunidad archivística ha manifestado su inconformidad, esperando que este sea un error por desconocimiento y no el fin de los avances normativos y técnicos de los archivos en Colombia.

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