¿Hay un futuro para Colombia?
Keyla Oñate
Estudiante de Comunicación Social - Universidad Ean
Febrero 26, 2024
Actualidad
La educación en el país pasó, de ser un derecho fundamental, a ser un lujo fuera del papel. Año tras año hemos visto a miles de jóvenes dejar sus estudios a medias debido al factor económico, ya que ni siquiera las universidades públicas son un espacio para estudiar. Aun así, muchos colombianos hemos buscado alternativas para acceder y culminar exitosamente nuestra formación profesional: préstamos bancarios, créditos con entidades como el ICETEX e incluso trabajos fuera de las jornadas académicas para sobrellevar el costo correspondiente.
Frente a la alarmante situación, el Estado ha dispuesto varios programas de financiamiento para aquellos jóvenes de bajos recursos con deseo de acceder a una educación superior; uno de estos programas es “Jóvenes a la U”, que busca no solo dar acceso a la educación superior, sino que posibilita la permanencia en el programa elegido con gratuidad total. Sin embargo, en algunas situaciones lo que parece ser la solución a un problema puede llegar a ser el inicio de otro y “Jóvenes a la U” no es la excepción. Algunos a quienes el Estado les ha financiado sus estudios, más una manutención para mitigar sus necesidades, han llegado a la desfachatez de faltar a clases, perder materias y hasta juzgar y señalar a quienes sacan su semestre con el sudor de la frente.
Es importante resaltar que la falta de regulación y requisitos mientras se cursa el programa ha dado pie para que la gratuidad y el apoyo estatal se conviertan en un incentivo para la complacencia y la falta de compromiso. Esta situación no solo afecta a los propios beneficiarios del programa, sino que también repercute en la calidad y la percepción de la sociedad sobre el valor de la formación académica. Y mientras todo esto ocurre sigue aumentando la cifra de jóvenes que no lograron sacar su formación adelante, jóvenes que siguen explotándose a sí mismos no solo de forma física, si no también mental, poniendo su salud en riesgo con el fin de “ser alguien en la vida” por lo que este tipo de programas no solo fluctúa en disminuir la cifra de desescolarización nacional, sino que también le dan la espalda a aquellos que realmente desean y deberían ser los beneficiados por este subsidio.
En última instancia, el futuro de los jóvenes en Colombia en educación superior dependerá de la capacidad del país para superar los desafíos actuales y construir un sistema más justo, equitativo y accesible para todos, por lo que la solución no es llenar un formulario.
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