¿Existen las barreras invisibles?

Gabriela Botero
María Gabriela Botero M.

Jefe de prensa
Gestión de Comunicaciones y Publicidad

Actualidad

Vivimos en una sociedad que, si bien nos ha permitido progresar, no vela del todo por los derechos de una manera equitativa. Este último término me gusta mucho porque últimamente lo utilizamos recurrentemente, pero me surge la duda: ¿realmente existe la equidad? Yo sé que es una pregunta algo “trillada”, pero analicemos el panorama de hoy en día, en medio de una crisis social, política y económica, y a eso sumémosle la nueva normalidad que agobia a más de uno. Yo creo que hablar de equidad es complejo, hay muchas barreras invisibles que, tristemente, se han vuelto muy visibles, pero tan cotidianas que terminan pasando desapercibidas o, en últimas, nos acostumbramos.  

Si hablamos de estudios culturales hay un término que se ha denominado techo de cristal y hace referencia a los obstáculos que tienen las mujeres a la hora de crecer y desarrollarse profesionalmente. Sí, voy a escribir sobre género, aunque muchos crean que hoy en día referirse a esos temas es de “feminista cansona” o, peor aún, que es un tema de moda. Yo creo que podemos considerarlo de “moda” porque hasta hoy es un tema vigente. ¿No les parece triste que este sea un problema de hace siglos? En este punto pienso como ser humano, sin importar el género, y lo único que puedo decir es que me parece difícil comprender cómo hemos avanzado tanto, pero a la vez tan poco.  

 

"Como mujer agradezco la lucha, el camino recorrido, pero también creo que tenemos que seguir buscando esa visibilidad por medio de la diferenciación"

 

Puede que antes no tuvieran conocimiento sobre esta teoría del techo de cristal, pero es algo que existe. Antes de seguir, trataré de explicarlo brevemente. Este techo representa uno de los problemas más grandes que puede enfrentar toda mujer en su vida personal y profesional, teniendo en cuenta que muchas veces tienen que sacrificar una de estas. Pero la verdad es que de cierta manera es un techo frágil, como el cristal, porque  se basa en construcciones sociales igual de débiles y eso también es invisible. Este es otro de los grandes problemas, porque lo hemos normalizado tanto que pasa inadvertido ante los ojos de la sociedad, de las organizaciones e incluso de algunas mujeres. 

Estudios aseguran que los hombres prefieren contratar a otros hombres para que se hagan cargo de los puestos ejecutivos dentro de las empresas, excluyendo a las mujeres por algunas creencias socioculturales. Por ejemplo, consideran que contratar mujeres es más caro, pues asumen que en algún punto de su vida pueden llegar a priorizar el hogar. De esta manera, se termina “castigándolas”, imponiendo esta barrera invisible que no permite el ascenso profesional, dejándolas en desventaja.  

También quiero aclarar que en los últimos años hemos visto muchos cambios frente a esto, se ha comprobado que las organizaciones que incluyen mujeres dentro de cargos gerenciales tienen múltiples beneficios, entre ellos que la diversidad de género contribuye a optimizar los resultados empresariales y hay mejoras en materia de creatividad, innovación y apertura. 

Como mujer agradezco la lucha, el camino recorrido, pero también creo que tenemos que seguir buscando esa visibilidad por medio de la diferenciación. Es un tema muy amplio, complejo y retador, pero creo que esta frase de Florence Thomas es contundente: “Hoy día nos reconocen, nos nombran, nos ven, nos oyen, siempre y cuando nos portemos como hombres, siempre y cuando no desordenemos lo que los varones construyeron desde hace siglos: un mundo hecho a la medida de sus experiencias (...) las mujeres necesitan aprender a creer en ellas mismas. Creer en nosotras mismas. Tarea difícil, porque ¿cómo conocernos, reconocernos, escucharnos, apoyarnos y creer en nosotras mismas cuando fuimos amaestradas para creer en el otro, siempre masculino?”. 

Resulta complejo, pero yo creo que para lograr entender y, en cierta medida, solventar los problemas de esta barrera invisible es necesario repensar las estructuras autoritarias con las cuales hemos convivido desde siempre. Hay que salir de la caja de lo ya establecido y buscar nuevos espacios donde las mujeres tengan una autoridad desde el papel femenino y no bajo las condiciones preestablecidas e impuestas desde la perspectiva masculina. Mirar nuevas aristas para encontrar nuevos puntos de vista frente a los problemas de siempre. 

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