5 cosas que aprendí en Colombia

Después de graduarme de la Universidad Tecnológica Federal de Paraná como comunicadora organizacional, tomé la iniciativa de emprender un viaje con Aiesec para darle un nuevo rumbo a mi vida. Dejé Brasil y llegué a Colombia hace un poco más de siete meses; ya llevo en Bogotá más de un mes, y en este tiempo jamás imaginé aprender tanto de mí y de los demás. Por eso, decidí hacer una lista de las enseñanzas más significativas que me ha dejado esta experiencia hasta el momento.

1. Abrir mi corazón para conocer verdaderamente a las personas y su cultura

Una de las cosas que más me ha gustado de la personalidad de los colombianos es cómo me han mostrado la ciudad, su cultura y sus costumbres. Las personas con las que he compartido son apasionadas por su forma de vivir y por eso decidí contagiarme de esa energía para ver las cosas a su modo. Gracias a esto, he podido conectarme mejor con los demás y hacer grandes amistades.

2. La felicidad, antes que nada, es un estado del espíritu

Uno de los momentos más lindos que viví en Colombia fue una noche que pasé en Isla Múcura. Allí, fui invitada por una familia local para celebrar una fiesta del pueblo. Me hospedé en su humilde casa y hasta cociné.

Durante la velada, todos los moradores bailaban y cantaban sus canciones típicas. Era algo que nunca había visto en mi vida: adultos mayores y niños danzaban como si no hubiera un mañana. ¡Absolutamente todos tenían un espíritu que contagiaba amor! 

Cuando la música terminaba, volvían a hablar y comer como si nada. Y de repente… todos empezaban a bailar con la misma energía. Yo no conseguía bailar con la misma intensidad que los demás; pero mientras los observaba, me di cuenta de que la felicidad está hecha de pequeños momentos y que también es una forma de ver la vida.

3. Comprender el tiempo

Hay una frase budista que leí hace años que dice: “Si nada está sucediendo, es porque lo mejor está sucediendo”. Creo que una de las razones por las cuales llegué a Colombia fue el hecho de tener un poco de prisa para realizar cosas en mi vida. Mi mamá siempre dice que las cosas tienen su tiempo, pero yo, joven y quizás un poco inmadura, quería las cosas a mi modo. Con el tiempo y con mi experiencia en este país, aprendí a esperar más, a no correr tanto, a abrazar el presente y comprender que todo tiene su tiempo.

4. Las personas son, sobre todo, humanas

Vivir en otro país es una experiencia muy desafiante. Por más que sea importante planear y organizar las cosas, es fundamental tener en cuenta que vivimos en un mundo en el que podemos fallar. Comprender y ver la humanidad en cada persona me convirtió en alguien más tranquila y capaz de enfrentarme mejor a los cambios bruscos de la vida. Esto me ha permitido solucionar los problemas de una mejor manera, sin dolor y sin rabia.

5. Conocerte a ti mismo es la mejor inversión que puedes hacer en tu vida

Viajar para mí siempre ha sido la mejor forma de evolucionar. Conocer algo diferente nos permite comprender nuestra realidad y encontrarnos a nosotros mismos. Sin embargo, esta independencia me ha costado un poco de soledad, pero también ha significado un gran aprendizaje. Todo esto ha sido vital para seguir adelante y tener más asertividad en la vida, tomar buenas decisiones y crecer al lado de otras personas.