Alexa

Escritura
Por
Cris Tengono
Octubre 21, 2020 Comparte

«¡Hay un hombre con falda en el baño!».

 

Ella lava sus manos en el baño del McDonald’s. No quiere mirarse al espejo, prefiere mirar hacia atrás con el espejo retrovisor que siempre la acompaña. Se da cuenta de la señora que la observa desde su lado izquierdo. Esta le toma una foto. El ruido del agua sale del lavamanos y no deja que Alicia escuche el disparo de la cámara del celular.

 

La señora sale del baño. Marca al número de la policía y alarma a todo el mundo en el restaurante: «¡Hay un hombre con falda en el baño!».

 

Neulisa escucha la conmoción por fuera del baño, mientras tanto se acomoda sus pantimedias rotas, se quita el pañuelo viejo que le cubre el cabello alborotado y se limpia la mugre de su cara. Vuelve a cubrir su cabello. Toma el espejo retrovisor y lo guarda en la bolsa donde carga todas sus cosas, que son muy pocas. Sale del baño, la incertidumbre de siempre: el miedo.

 

Silencio. Mira hacia abajo. Todos la miran. Ella se acomoda en la mesa que queda junto a la entrada del baño. Toman fotos, suenan los disparos de las cámaras. Ella ignora, ya está acostumbrada.

 

Su cabello rebelde, como su cuerpo, le cubre la cara. La gente que está en el restaurante no se da cuenta de la situación hasta que llega la policía.

 

En ese momento ya se comienzan a compartir las fotos de ella por Facebook, historias de WhatsApp e Instagram donde escriben: “¿Qué hace este desgraciado vestido de mujer aquí?”, “Es un riesgo para los niños”.

 

Tan pronto entra la policía la gente se inquieta, las personas que están cerca de Alicia se levantan como si hubiese llegado su salvador, se acercan a los uniformados a comentarles la situación. Los uniformados escuchan a los clientes inconformes y luego, sigilosos, se acercan a la muchacha que mira, cabizbaja, sus piernas.

 

«Puede irse». Es lo único que le dicen los uniformados. Sale del McDonald’s, todos en el restaurante la miran alejarse.

 

A un kilómetro del restaurante, por la carretera, Neulisa saca el espejo retrovisor y ve a la patrulla de los policías salir del McDonalds, no van rápido, 30 kilómetros por hora.

 

“¿Será que me están cuidando?”.

 

***

 

A las 7:00 p.m. circula un video en redes. Se bajan de un vehículo, dos hombres —alguien graba— caminan de la carretera hacia una zona cubierta de árboles, allí se observa una tienda de lona, sucia y rasgada. Algo, alguien se mueve ¿Alicia, Neulisa?

 

«Mira, la loca» dice uno de los hombres y el otro lo corrige «el loco, el loco…».

 

Se acercan.

 

Lo siente, es como si la sangre se congelara antes de tiempo.

 

«Vamos a entrarte a tiros», se le oye decir al primero. Y el segundo también amenaza.

 

Saca su espejo, mira.

 

Su destino no fue el trabajo sexual, no fue secuestrada para la trata de personas, tampoco un crimen pasional.

 

No, no la estaban cuidando.

 

Suenan los disparos.

Mataron a Alexa, no a un hombre con falda. 

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